El 15 de octubre de 1987, el presidente de Burkina Faso, el capitán Thomas Isidore Noël Sankara, fue asesinado junto a doce de sus colaboradores en un golpe de Estado en Uagadugú, liderado por su compañero de armas Blaise Compaoré.
El militar, que había asumido el poder en agosto de 1983, impulsó una transformación social y económica radical en el país (antes Alto Volta), renombrándolo como “la tierra de los hombres rectos” y promoviendo la autosuficiencia alimentaria y una fuerte postura antiimperialista y anticolonialista que lo enemistó con potencias externas y aliados regionales.
Un proyecto de transformación en África
Thomas Sankara nació el 21 de diciembre de 1949 en lo que entonces era la colonia francesa de Alto Volta. Tras una carrera militar que lo llevó al poder a los 33 años mediante un golpe de Estado con fuerte apoyo popular en agosto de 1983, Sankara redefinió la identidad nacional al cambiar el nombre del país a Burkina Faso. Esta nación, en aquel momento, figuraba entre las más pobres del mundo, con una esperanza de vida media de 40 años y una tasa de analfabetismo superior al 98%.
El proyecto de Sankara, alineado con movimientos antiimperialistas y de izquierda, buscaba convertir a Burkina Faso en un laboratorio agrícola para alcanzar la autosuficiencia alimentaria. Promovió el consumo local y la fabricación de productos burkineses, e implementó programas de salud y educación masivos para mejorar las condiciones de vida de la población campesina.
Paralelamente, la emancipación de la mujer fue una de sus prioridades políticas. Su modo de vida, notoriamente modesto —declaró poseer una motocicleta, libros y una casa de la que aún pagaba el crédito—, se convirtió en un símbolo de la austeridad que exigía a sus ministros y funcionarios.
Sankara también fue un defensor del panafrincanismo y un temprano ecologista. Su discurso se centró en la descolonización del pensamiento y la consecución de la dignidad africana. Su fuerte retórica lo llevó a pronunciar un discurso histórico en la Organización de la Unidad Africana (OUA) en julio de 1987, donde denunció enérgicamente la deuda externa contraída con instituciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, calificándola como una herencia del colonialismo.
La tensión entre el ideal y los intereses regionales
Las políticas revolucionarias de Sankara, que rechazaban el orden establecido y el neocolonialismo, generaron la hostilidad de la red de influencia de Francia en África, conocida como la Françafrique, así como de líderes regionales aliados de la exmetrópoli. Su radicalismo fue percibido como una amenaza directa a la estabilidad de los intereses extranjeros y de los gobiernos vecinos.
Entre los principales detractores se encontraban el presidente de Costa de Marfil, Félix Houphouët-Boigny, y el de Togo, Gnassingbé Eyadéma, ambos con estrechos lazos con Francia. Houphouët-Boigny, en particular, percibió las denuncias de Sankara contra el imperialismo como un ataque personal y a la estrategia franco-africana, llegando a apoyar una guerra propagandística contra el régimen de Uagadugú. La tensión se evidenció en roces como el conflicto fronterizo con Malí en 1985.
A nivel interno, la revolución también enfrentó críticas. Organizaciones de derechos humanos documentaron la detención sin juicio y tortura de presuntos opositores políticos en informes de 1986. Sankara mismo reconoció errores en agosto de 1987, como los excesos cometidos por los Comités de Defensa de la Revolución, y propuso rectificar el rumbo del movimiento.
El desenlace y el nacimiento de un mito: Sankara
El creciente radicalismo y la postura firme de Sankara frente a la deuda y el neocolonialismo lo aislaron progresivamente. La figura central en el complot para su derrocamiento fue su otrora mejor amigo, el capitán Blaise Compaoré, a quien Sankara había designado primer ministro en septiembre de 1987. A pesar de la confianza depositada, las diferencias entre ambos eran notables: Sankara vivía con austeridad, mientras que Compaoré y su esposa buscaban un estilo de vida más acorde con el lujo y el poder.
El 15 de octubre de 1987, un comando armado atacó las instalaciones del Consejo de la Entente en Uagadugú. Sankara, consciente del peligro que corría pero reacio a iniciar una guerra fratricida, no opuso resistencia armada. Tras su asesinato, Compaoré asumió el poder, uniendo rápidamente a Burkina Faso al esquema de la Françafrique y gobernando el país hasta 2014, cuando fue derrocado por protestas populares.
A pesar de las controversias y el fin trágico de su gobierno, Thomas Sankara ha pasado a la historia como un ícono panafricanista y un símbolo de la lucha contra la pobreza y el neocolonialismo, siendo apodado el “Che Guevara africano“. Su legado persiste en África, inspirando a la juventud y a movimientos que abogan por una mayor soberanía y autosuficiencia continental. Un mausoleo conmemorativo en Uagadugú fue inaugurado en mayo del 2025 para honrar su memoria y la de sus compañeros asesinados. (10).