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Me alisté porque quería ser blanco”, afirma Gamal “G” Turawa, expolicía negro y gay de Scotland Yard, al arrancar “The Black Cop”. El documental que dirige Cherish Oteka, nominado a los premios Bafta, es una historia de “redención” que encapsula dolorosas confesiones sobre racismo, homofobia y opresión.

En poco más de 20 minutos, este agente británico retirado -el primero que admitió abiertamente su homosexualidad en la Policía Metropolitana de Londres (Met)- repasa descarnadamente, desde su infancia, episodios que le marcaron -y que hoy resultarían escandalosos- durante sus 25 años de servicio.

Turawa habla a cámara y sus ojos reflejan dolor. No emplea pseudónimos, no huye de los recuerdos más tormentosos y tampoco esconde cómo él mismo participó y contribuyó a “perpetuar” la cultura racista y homófoba arraigada entonces en la Met, cuando ser negro era un impedimento para ser aceptado.

En una entrevista con Efe, Cherish Oteka (“A Man Called Dad”, “Bame Voices”), especialista en proyectos que dan voz a minorías marginadas y que opta mañana domingo al Bafta al mejor cortometraje, dice que “The Black Cop” (“El poli negro”) ha permitido a su protagonista “hacer las paces” de alguna manera con su pasado.

UN OBSTÁCULO PARA ENCAJAR EN LA POLICÍA

Retirado en 2018, Gamal “G” Turawa revela que su deseo por sentirse totalmente integrado llegó a hacerle partícipe de episodios que hoy le abochornan, como cuando se dejó pintar la cara de blanco para “encajar”. “Creemos que tienes el color equivocado para el cuerpo (policial)”, le comentaron entonces, entre risas, sus colegas.

Rememora la época en la que detenía y registraba al azar a supuestos sospechosos, “que siempre eran negros”, para demostrar que él era “uno de ellos (de los blancos)”.

Ese anhelo obsesivo por “ser uno más” le llevó a hacer cosas que ahora lamenta, como “hacer daño a algunas personas” para llegar a su objetivo.

“¿Cómo me puedo perdonar?”, es una de las preguntas que se formula.

Natural de Nigeria, Oteka afirma que Gamal “ha hecho mucha terapia a lo largo de los años, y de alguna manera ha hecho las paces. Compartirlo (su experiencia) es como otro paso hacia casi la redención, aceptar completamente quién es, y dónde está, con la esperanza de que otros puedan hacer lo mismo”.

Como alguien que se autodefine “queer” y “trans”, Cherish Oteka ahonda en la resistencia de comunidades negras a las opresivas tácticas policiales.

SCOTLAND YARD RECHAZA LAS CRÍTICAS

En un escueto comunicado de Scotland Yard emitido al finalizar el documental, el cuerpo, que recientemente ha afrontado acusaciones de conductas misóginas, racistas y homófobas entre sus agentes, responde a lo que refleja la cita.

“Esta no es la misma Met que hace 20 o 25 años. Ahora proporcionamos adiestramiento obligatorio en diversidad a todos los policías y empleados… y hemos introducido cámaras adosadas al cuerpo (de los agentes) para que los encuentros con los ciudadanos queden grabados”, asegura.

Sin embargo, el pasado febrero una pesquisa interna acometida por la Oficina de Conducta Policial destapaba casos de racismo, sexismo y homofobia entre los agentes de la comisaría londinense de Charing Cross -que se intercambiaban bromas macabras en mensajes de WhatsApp.

Esos hallazgos derivaron en el anuncio de dimisión de la comisaria jefa de la Met, Cressida Dick. La “cultura tóxica” que, al parecer, aún impera en las filas de este cuerpo policial le costó a la veterana comisaria la confianza del alcalde de Londres, el laborista Sadiq Khan.

Lo que cuenta Gamal Turewa en el documental no difiere en exceso de la realidad actual de la Met, según se deduce de esta investigación.

La historia concreta del expolicía, que a lo largo de los años desempeña, en según qué momento, el papel de víctima, malvado y también héroe, le resultó a Oteka “empoderadora”.

Ver “dónde ha estado y dónde está hoy y cómo ha logrado darle la vuelta a su vida es inspirador y definitivamente da esperanza”, afirma.

Turewa, acogido cuando era un bebé por una familia blanca que lo devolvió a su padre biológico en Londres cuando tenía “8 o 9 años”, habla en el documental de los “comentarios sutiles y recordatorios constantes de que era negro” dentro de la Met, las “bromas homófobas y ataques continuos contra los hombres gay”.

Paradójicamente, Scotland Yard aprovechó su presencia para incluirlo en sus campañas de publicidad con las que el cuerpo esperaba proyectar una imagen de inclusividad y diversidad.

El documental recoge también la “salida del armario” de Turawa, que le llevó “40 años de esconderse”, y cuenta que toda la presión y el abuso psicológico sufrido en el cuerpo le llevaron a considerar el suicidio.