Raphael tiene la intención de volver a Latinoamérica en cuanto Sanidad le dé “vía libre”: “Me pilló allí la pandemia, justo cuando empezaba, y en cuanto las cosas pinten mejor me iré a ese continente que tanto amo y que tan bien se ha portado siempre conmigo. Les debo un año entero”.
Vestido con una chupa de cuero negro sobre un favorecedor jersey de cuello cisne rojo y luciendo su enérgica melena aún negra, Raphael ha demostrado su buena forma compartiendo anécdotas con los periodistas que llenaban la sala de prensa del Kursaal tras la proyección del segundo capítulo de la serie “Raphaelismo”, que se estrenará en Movistar+ en 2022.
Tras una inequívoca declaración de intenciones: “Yo no me bajaré del escenario en varios años, porque me enloquece”, Raphael afirmó que ve su futuro “muy bien”, aunque condicionado por la situación, y agregó que repetirá en cine, “¿por qué no? -ha dicho-, y en este formato (la miniserie que hoy presentaba), también”.
“Me gusta que la gente pueda ver en mi muchas facetas, que las tengo. O sea que, si Dios quiere, y la pandemia nos deja, va a haber muchas cosas nuevas de Raphael”.
Al artista, que ya vino en 2015 con Álex de la Iglesia a San Sebastián cuando protagonizó “Mi gran noche”, le gustaría venir “cada año” a esta ciudad: “El clima, el ambiente, vamos, que yo no me lo quiero perder más”, ha dicho con un guiño.
Como han recordado los creadores de la serie, Charlie Arnaíz y Alberto Ortega, Raphael es el único artista que tiene un movimiento a su nombre, un “ismo”, que igual significa millones de seguidores, como ejemplo de vanguardia. Pero, para él, lo único que significa el sufijo es: “A mi manera. Yo no imito a nadie, y afortunadamente no me parezco a nadie desde el principio de la historia”.
Resta importancia a sus métodos para pasar de acercarse a los ochenta años con la pasión intacta, “yo soy así”, dice, y niega que alguna vez se haya sentido “pasado de moda”.
También hubo hueco para hablar de su facilidad de adaptación a los tiempos que corren: “va conmigo -ha señalado-, podría poner cientos de excusas, pero es que no podría hacerlo de otra manera: lo que hago es auténtico, me sale solo, de ahí que sea tan feliz”.
Raphael ha desvelado que estaba buscando la ocasión para liberarse de algo que ocurrió en Las Vegas, cuando tenía 21 años. Al artista no se le ocurrió otra cosa que llevarse a su madre con él y la presión y las recriminaciones de doña Rafaela convirtieron aquellos días en “un infierno”. Ese episodio se cuenta de “pe a pa” en la miniserie documental.
“Lo he contado porque ocurrió y nunca hablé del asunto, estaba agotado, queriendo ser muy complaciente con mi madre (…) quise llevar a la normalidad algo que era anormal, con 21 años y cuatro shows diarios, no dormía, yo quería fiesta. Mi madre me habrá perdonado”.
Es consciente de que es pronto para saber cómo será la música actual que se rescate dentro de treinta años, como sí se recuerdan hoy las canciones que él cantaba: “en el futuro -opina- se seguirá escuchando lo bueno de todos los géneros. El tiempo y la sociedad dirán; no todo lo mío pasó a la historia, ni mío ni de otros, pero sí muchas”.
Sobre su amigo Mario Camus, fallecido ayer en Santander, Raphael solo tiene buenas palabras: “Mario fue el que me metió en el cine, él exigió que hiciera una prueba y tuve el honor de hacerla con José Bódalo, uno de los mejores actores que ha dado España; luego canté ‘Tu conciencia’, por supuesto, de Manuel Alejandro, y ahí nació la pasión por el cine y una amistad que ha durado todos estos años”.
“Mario era maravilloso, ayer lo pasé muy mal”, ha manifestado.
Una única pega con la prensa en estos sesenta años de carrera (que también se cuenta en la serie documental): “Os pasasteis 1.533 pueblos cuando salí del trasplante, me sentí continuamente asediado, no podía ni ir a ver una película, pero la prensa siempre me ha tratado estupendamente, siempre ha estado ahí”.