La mayoría de las historias de inmigrantes cuentan su dura travesía desde que dejan su país hasta que llegan a su destino soñado, pero pocas veces narran las de quienes deciden volver a sus orígenes, como muchos latinoamericanos que vinieron a España.
Volver para “vivir con dignidad” en el país de origen es el objetivo en el que la Asociación Rumiñahui se vuelca desde Madrid para facilitar ese retorno a inmigrantes de Ecuador.
Un retorno “productivo”, con ayuda para montar negocios viables al volver, no para regresar “a la nada” que desencadenó la salida del país, comenta a Efe el presidente de la asociación, Vladimir Paspuel.
En tiempos de crisis. “Es muy fuerte el retorno cuando hay crisis”, advierte, como ahora con la provocada por la pandemia de la covid-19.
Rumiñahui, que toma el nombre de un general inca, lo sabe bien, pues desde hace más de una década tiene un programa que ha apoyado a cientos de compatriotas para que su vuelta no conlleve una sensación de fracaso ni se arrepientan de dejar España.
“El retornado necesita apoyo”, señala, por lo que no solo le pagan el vuelo y le dan un dinero para instalarse de nuevo en su país, sino que puede recibir hasta 5 mil euros, casi 6 mil dólares, para que monte un negocio.
Desde pequeñas tiendas y restaurantes hasta locutorios o un criadero de gallinas para vender huevos son los negocios que han puesto en marcha con esta ayuda, que financian la Unión Europea y el Gobierno de España.
El éxito “es altísimo”, subraya Paspuel, después de que en España les hayan asesorado acerca de la viabilidad de su emprendimiento, además de darles formación y otro tipo de apoyos.
Por eso anima a las autoridades europeas y a las de los países tanto de origen como de destino de los inmigrantes a que respalden más estas iniciativas que propician un retorno menos traumático.
Eso en vez de gastar en expulsiones forzosas, lamenta Paspuel al describir el trauma que conllevan para quienes se ven deportados, con las manos esposadas en un vuelo al que son forzados a subir escoltados por policías, para encontrarse luego dejados “a merced de Dios” en un aeropuerto de su país.
Nuevos sueños. “Aspiramos a retornar”, confiesa a Efe Olga Condo, una ecuatoriana que llegó a España el pasado enero y se encontró con una situación “muy difícil” para conseguir un trabajo, más allá de empleos eventuales en tareas como el cuidado de niños, lo que complica el obtener “los papeles” para quedarse aquí sin caer en la irregularidad.
Muchos llegan a España como turistas y luego necesitan contratos de trabajo, que no siempre llegan, para poder regularizar su situación en el país y evitar verse en esa irregularidad administrativa.
Su compatriota Patricio Farinango espera volver en los próximos meses, porque en España no encuentra el trabajo que deseaba desde que llegó en 2020 y quiere cumplir su “sueño” de montar en Ecuador unas canchas de deportes en un “terrenito” suyo.
“Quisiera irme en cuanto se pueda”, asegura igualmente Aida Rodríguez, una enfermera que piensa montar una farmacia cuando retorne a su país con el apoyo de Rumiñahui, que además de Madrid está presente en otras partes de España donde hay una comunidad importante de ecuatorianos.
Todos ellos comparten historias que les llevaron a dejar Ecuador con sus hijos en busca de un mejor futuro en España, pero se vieron viviendo en “una habitación”, sin el trabajo que soñaban encontrar.
Ahora su sueño está en esta posibilidad factible de volver con esperanzas de un futuro mejor en el país del que tuvieron que salir.