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Una nueva masacre, con 24 muertos y 49 heridos, ocurrida este martes en la Penitenciaria del Litoral, en Guayaquil, una de las más peligrosas de Ecuador, dejó al descubierto la crisis carcelaria que se abate en el país.

La disputa entre bandas criminales por el control de las prisiones parece ser el hilo conductor de las frecuentes reyertas entre los reos, que además podrían estar conectados con carteles del narcotráfico, según advierten varias autoridades.

Fausto Buenaño, comandante de la Policía de la Zona 8, con asiento en Guayaquil, indicó que tras el ingreso de unidades tácticas de la entidad en dicha cárcel, encontraron cinco cadáveres en los primeros cuatro pabellones intervenidos, pero que en el quinto, donde se concentró el enfrentamiento, hallaron otros 19 muertos.

Además, Buenaño, dijo que se habían registrado 49 personas heridas, que habían sido atendidas por paramédicos en el exterior del centro carcelario.

El gobernador (representante del Ejecutivo) en la provincia de Guayas, Pablo Arosemena, que se juntó a los agentes policiales en el mismo escenario de los hechos, precisó que “unidades de orden táctico” habían logrado restablecer el orden en el centro carcelario.

La Policía, tras ingresar en la cárcel y tomar el control de ésta, efectuó registros minuciosos de cada uno de los pabellones, en coordinación con el Servicio Nacional de Atención Integral a Personal Adultas privadas de libertad y Adolescentes Infractores (SNAI).

El suceso de este martes, además, se produjo un día después de que el director del SNAI Fausto Cobo anunciara su dimisión del cargo para ocupar otro encargo del presidente Guillermo Lasso en una unidad de inteligencia estratégica.

El incidente, según el SNAI, se habría iniciado por riñas entre bandas delictivas, en un pabellón del centro penitenciario, algo que se ha repetido en varias ocasiones anteriores.

Y es que el pasado 22 de septiembre, la Policía, durante otro registro en la cárcel de Guayaquil, había hallado tres armas de fuego, 150 municiones, una granada, doce tacos de dinamita, droga, artefactos explosivos improvisados, una radio “handy”, 16 teléfonos móviles, 27 armas blancas, cinco cargadores y más de 200 municiones de distinto calibre.

Ante esta realidad, el presidente del país, Guillermo Lasso, quien asumió el cargo el pasado 24 de mayo, anunció el mes pasado que destinará 75 millones de dólares en los próximos cuatro años para intentar dar solución a la situación.

Sin embargo, el pasado 13 de septiembre, otra prisión de la provincia costera de Guayas fue atacada con drones desde el exterior, con tres explosiones que afectaron el techo del centro.

La crisis carcelaria en Ecuador viene desde 2018, cuando empezaron a producirse asesinatos en el interior de los centros penitenciarios y fuera de ellos, pero relacionados.

En varias ocasiones durante 2019, en la cárcel de Guayaquil y en otras, se registraron enfrentamientos entre bandas, con cuadros de asesinatos crueles.

En 2020 la tónica fue la misma, aunque organizaciones de la sociedad civil advertían que las muertes violentas, que en 2019 habían llegado a 33, en el próximo año habían ascendido a 51.

Pero la crisis se desató en febrero de 2021, cuando un motín simultáneo se registró en cárceles de Guayaquil, Quito y Cuenca, en la que murieron ochenta reos.

Los frecuentes enfrentamientos en el interior de los centros carcelarios, que en ocasiones también resuena en las calles, han sacudido a la ciudadanía que ve con preocupación el auge de la inseguridad en las prisiones y fuera de ellas.

Sin embargo, la preocupación es mayor para quienes tienen familiares o conocidos en las cárceles.

Edison Caicedo, abogado de uno de los reclusos de la Penitenciaría de Guayquil, comentó a Efe que su cliente ya cumplió hace cinco días su pena y que solo esperaba algunos trámites para salir en libertad.

Para Caicedo, la situación de su defendido es terrible, pues debía haber abandonado la cárcel hace ya algunos días, pero por el incumplimiento de los mismos reglamentos, tuvo que permanecer hasta este martes en dicho centro.

“Le dieron la boleta de libertad hoy”, pero sus familiares están angustiados porque no tienen razón de él, ni si forma parte de la lista de víctimas, añadió Caicedo.

El letrado dijo que esperan información de las autoridades penitenciarias para conocer el estado del reo, ya que los familiares “están desesperado”.

Asimismo, la madre de un recluso, que rompió en llanto porque no tenía noticias sobre la condición de su único hijo, sobre el que tampoco sabía si estaba en la lista de muertos.

La mujer pidió al presidente de la República, Guillermo Lasso, que intervenga para solucionar este tipo de situaciones, mientras que otra mujer la consolaba y advertía que los reclusos “no son perros, son seres humanos”. EFE