Dos exalumnos de esa escuela, Guilherme Taucci Monteiro (17) y Luiz Henrique de Castro (25), ingresaron al lugar  y dispararon contra funcionarios y estudiantes que estaban en el recreo. Asesinaron a ocho, después uno mató al otro y luego se suicidó. Antes habían acabado con la vida del tío de uno de ellos.

El presidente Bolsonaro lamentó la tragedia, y la calificó como “monstruosidad y cobardía sin tamaño” y transmitió sus condolencias a las familias de las víctimas, sin hacer ninguna alusión a sus propuestas de armar a los ciudadanos para que puedan defenderse de una violencia que cada año causa en el país unas 60.000 muertes.

Ante ello, el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, rechazó que los civiles usen armas. “Espero que algunos no defiendan que, si los profesores estaban armados, se habría resuelto el problema (...). Es necesario entender que el monopolio de la seguridad pública es del Estado y no una responsabilidad del ciudadano”, dijo. 

Tenían un plan. Los jóvenes Guilherme Taucci Monteiro, de 17 años, y Luiz Henrique de Castro, de 25, autores del tiroteo, veneraban la masacre estadounidense de 1999 en Columbine y eran fanáticos de los videojuegos.

De acuerdo con las autoridades, ambos planeaban la masacre desde hacía un año y participaban en foros de internet que hacen apología a ese tipo de actos.