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El sector agrícola, que durante los últimos años ha sufrido una sucesión de crisis, merece especial atención en esta época en que a las pérdidas por la pandemia se une una posible adversidad climática.

Los organismos relacionados con el estudio del clima en el continente han anunciado la posibilidad de que el fenómeno La Niña se haga presente este año. En el caso de Ecuador, este evento natural suele llegar acompañado del déficit de lluvias.
De ser así, uno de los sectores económicos más afectados será, sin duda, el agropecuario. Si en un invierno considerado normal hay ciclos en los que la falta de agua afecta a los cultivos y al  ganado, con La Niña la crisis podría ser mayor, de manera especial en Manabí, cuyos ríos no reciben agua proveniente del deshielo de volcanes, sino de vertientes subterráneas y escorrentías de las lluvias.
Es necesario que los organismos relacionados con la gestión de riesgos, BanEcuador, el Ministerio de Agricultura y otras entidades que tienen que ver con la asistencia a los productores agropecuarios, elaboren planes de apoyo para actuar en caso de una grave condición climática. Se debe trabajar con tiempo para no llevar el remedio cuando el desastre se haya consumado.