El país no debe aceptar los anuncios de nueva paralización que se proponen desde la dirigencia indígena y otras organizaciones.
Sería un fracaso del Gobierno y de los mismos dirigentes, pues cuando el diálogo no triunfa es porque ha fallado el entendimiento de ambas partes, no solamente de una de ellas. La intransigencia suele pasar una factura muy alta.
Las paralizaciones no ayudan al país; por lo contrario, representan un retroceso en los planes de reactivación productiva y económica. La protesta indígena de junio pasado dejó alrededor de 1.000 millones de dólares en pérdidas, sobre todo en los sectores turístico, avícola, comercial, ganadero y petrolero.
En un país que se halla en un proceso de reactivación y que arrastra una crisis de varios años, es inadecuado pensar en paralizaciones como la solución a los problemas nacionales.
Y es más criticable el hecho de que se pretenda imponer con la violencia agendas que no formaron parte de los planes de gobierno aceptados por los electores.
“Es inadecuado pensar en paralizaciones como la solución a los problemas nacionales”.
Se debe insistir en el diálogo como camino para encontrar consensos y reconciliar al país.
Si fallan las mesas de negociación, un paro, lejos de tender puentes, ahondará las diferencias.
Por eso es necesario que, en vez de anunciar nuevas medidas de hecho, se agoten las instancias y se busquen puntos de acuerdo.
Editorial de El Diario publicado este domingo 11 de septiembre del 2022 en nuestra edición impresa.