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El Gobierno haría mal en negociar la paz dentro de las prisiones con agrupaciones delictivas que han sido señaladas como promotoras y ejecutoras de actos de violencia dentro de las mismas cárceles.

Lo que hay que hacer es aplicar con severidad las leyes, aumentar las penas para quienes cometan este tipo de actos y definir un plan de acción para enfrentar la criminalidad de modo efectivo.

La corrupción se presenta como uno de los males de la administración pública y, a juzgar por los hechos, los llamados centros de rehabilitación social no se escapan de ello.

Es indiscutible que se ingresan armas, drogas, explosivos y aparatos tecnológicos sin que se detecte a los responsables.

“Las cárceles deben ser espacios libres de toda injerencia externa”.

Hace falta el empleo de mejores métodos administrativos y tecnológicos. Las cárceles deben ser espacios libres de toda injerencia externa e, incluso, deben estar preparadas para impedir el acercamiento de drones y el uso de dispositivos móviles.

El Estado aún no ha podido controlar las cárceles y no tiene capacidad de reaccionar, mucho menos de prevenir la violencia. Las frecuentes masacres lo demuestran. Frente a eso, hay que cambiar estructuras y paradigmas. 

Editorial de El Diario publicado este sábado 21 de mayo del 2022 en nuestra edición impresa.