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Es muy prematuro hablar de paralizar el país a menos de tres meses de un nuevo gobierno y sin que las partes se hayan sentado a negociar.

Sectores como gremios, organizaciones populares e, incluso, agrupaciones políticas anuncian paralizaciones para demandar la baja de los precios de los combustibles, el incremento de sueldos al magisterio y para rechazar una propuesta de reforma laboral, entre otros pedidos.

Es cuestionable que se lo haga cuando ni siquiera se ha concretado una etapa de negociación. Visto así, el anuncio es la radicalización de posiciones de sectores que pretenden imponerse por la fuerza, sin escuchar a la contraparte.

Para mantener el subsidio de los combustibles o para incrementar salarios, el Gobierno debe determinar de dónde se obtendrán los recursos que compensen los valores que ambas medidas representan. No es cuestión de demandar, paralizar servicios y extremar posturas; también es necesario proponer o, al menos, entender a la otra parte.

“Es cuestionable hablar de paro cuando ni siquiera se ha concretado una negociación”.

Por tanto, si no se han dado estos pasos, es prematuro adoptar medidas de hecho para presionar a un gobierno.

Es verdad que el Gobierno no ha avanzado mucho hacia la presentación de su plan de desarrollo económico y que ya es tiempo de que lo haga porque el país necesita un norte, una propuesta económica.

Pero, por eso mismo, debería esperarse, al menos, conocer ese planteamiento y empezar a negociar, si lo que se quiere es defender los intereses de la población.
La radicalización de medidas termina por hacer más daño a todos.

Editorial de El Diario publicado este viernes 13 de agosto del 2021 en nuestra edición impresa.