Si el cerro de Montecristi es, por sus características geográficas, un espacio estratégico para la vigilancia del espacio aéreo, la sociedad debe apoyar la ubicación de los radares en ese lugar.
Se ha hecho énfasis en la lucha antidrogas, por el hallazgo de aeronaves que ingresaron clandestinamente al país y aterrizaron en zonas poco pobladas de Manabí, según las autoridades para el tráfico de drogas. Sin embargo, los radares también podrían servir para otros fines relacionados con la seguridad nacional.
El decreto presidencial que declara a los cerros de Montecristi y San Isidro como área reservada militar de defensa es acertado. Las drogas han afectado por décadas a la sociedad ecuatoriana y es necesario que haya un combate real a este flagelo.
También debe estar claro que las Fuerzas Armadas y el Ministerio del Ambiente deben establecer formas de remediación de acuerdo con los estándares aceptados por el Estado.
“El cerro de Montecristi ha sido por siglos un bien patrimonial y cultural”.
Además, se debe tomar en cuenta, en el caso del cerro de Montecristi, que ha sido por siglos la fuente de sustento de poblados asentados en sus faldas, así como un recurso patrimonial y un sitio de interés turístico y cultural. Por tanto, deben establecerse los límites que permitan su uso por parte de la sociedad civil.
Una veeduría ciudadana podría contribuir a que se determinen y cumplan los estándares.
Editorial de El Diario publicado este viernes 20 de agosto del 2021 en nuestra edición impresa.