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El país debe unirse para enfrentar a otro enemigo común y mortal: el terrorismo. Así de claro hay que decirlo porque así de fuerte es lo que enfrenta Ecuador.

Hay una serie de acciones que persiguen la destrucción del orden establecido por medio de un clima de terror.

Alrededor de una manifestación que incluye varios pedidos, entre los cuales hay algunos justos y otros menos viables, se ha activado un operativo de terror que busca someter a la sociedad ecuatoriana, la seguridad, la racionalidad, las normas de convivencia y la institucionalidad.

Células que parecieran de guerrillas urbanas y vándalos en camiones y camionetas saquean incluso a personas de escasos recursos económicos, golpean a los transeúntes, dañan llantas de los vehículos en las calles y carreteras, secuestran a policías, militares y funcionarios públicos, portan y disparan armas en manifestaciones civiles, contaminan agua y alimentos, paralizan pozos petroleros, impiden el paso de medicinas y más.  

“La fiscalía y la justicia tienen un papel fundamental”.

El hecho en sí es doloroso, pero hay algo que lo hace más triste, existen líderes políticos que lo incentivan, lo justifican y buscan lucrar de él, cuando se debería esperar que mantengan sus críticas y oposición al Gobierno, porque es su derecho, pero que a su vez se opongan a la destrucción del Estado y el ataque a los ciudadanos.

Los organismos de inteligencia deben jugar un papel muy importante. La fiscalía debe investigar y aclarar quiénes son los responsables de estos graves delitos y los jueces sancionar con todo el peso de la ley y sin miedo.

Editorial de El Diario publicado este jueves 30 de junio del 2022 en nuestra edición impresa.