El 11 de septiembre de 2001, cuatro aviones comerciales fueron secuestrados por miembros del grupo terrorista Al Qaeda en territorio estadounidense. Dos de ellos impactaron contra las Torres Gemelas del World Trade Center en Nueva York, otro se estrelló contra el Pentágono en Washington D.C., y un cuarto cayó en Pensilvania tras un intento de retomar el control por parte de los pasajeros. Casi 3.000 personas murieron en el atentado más letal registrado en suelo estadounidense, que transformó radicalmente la política internacional y la seguridad global.
El desarrollo del ataque y su ejecución
La mañana del martes 11 de septiembre de 2001 comenzó como una jornada ordinaria. Sin embargo, a las 8h46, el vuelo American Airlines 11 se estrelló contra la torre norte del World Trade Center. Apenas 17 minutos después, a las 9h03, el vuelo United Airlines 175 impactó la torre sur.
Las imágenes en vivo mostraban el horror: aviones usados como armas, incendios masivos, personas atrapadas, y finalmente, el colapso de ambos edificios entre las 9h59 y 10h28, en lo que se convirtió en un símbolo de la vulnerabilidad ante el terrorismo internacional.
A las 9h37, el vuelo American Airlines 77 fue dirigido hacia el Pentágono, sede del Departamento de Defensa. Minutos después, el vuelo United Airlines 93 cayó en un campo en Shanksville, Pensilvania, tras el heroico intento de los pasajeros por recuperar la aeronave.
Responsables: Al Qaeda y Osama Bin Laden
El ataque fue planeado y ejecutado por 19 miembros de Al Qaeda, una organización islamista radical liderada por Osama Bin Laden. Su objetivo era infligir daño simbólico y estratégico a Estados Unidos, en represalia por su presencia militar en Medio Oriente y su apoyo a gobiernos en la región considerados “opresores” por los yihadistas.
Bin Laden se adjudicó la autoría meses después. El atentado fue el resultado de años de preparación, con los atacantes ingresando legalmente a EE.UU., entrenándose en escuelas de aviación y coordinando el secuestro de los vuelos comerciales.
Impacto humano y consecuencias globales
El balance humano fue devastador: 2.977 personas murieron ese día, además de los 19 terroristas. Miles más resultaron heridas. El impacto también dejó secuelas a largo plazo: bomberos, rescatistas y sobrevivientes desarrollaron enfermedades respiratorias y cánceres vinculados a la exposición al polvo tóxico de la zona cero.
La reacción del gobierno estadounidense fue inmediata. El presidente George W. Bush declaró la “Guerra contra el Terror”, aprobando el Patriot Act e iniciando una serie de operaciones militares que incluyeron la invasión a Afganistán en octubre de 2001, con el objetivo de capturar a Bin Laden y desmantelar Al Qaeda.
Osama Bin Laden: caída del líder de Al Qaeda
Bin Laden logró permanecer oculto durante casi una década. Finalmente, se localizó en Abbottabad, Pakistán, donde murió abatido el 2 de mayo de 2011 por fuerzas especiales estadounidenses en una operación autorizada por el entonces presidente Barack Obama.
Su muerte se considera un hito clave en la lucha contra el terrorismo, pero no significó el fin de Al Qaeda ni de otras organizaciones extremistas que siguieron operando en diferentes regiones del mundo.
Legado y memoria
Cada 11 de septiembre, Estados Unidos realiza actos conmemorativos en honor a las víctimas. El sitio donde se alzaban las Torres Gemelas es ahora el National September 11 Memorial & Museum, un espacio de recogimiento que recuerda los nombres de los fallecidos y los eventos que marcaron la historia moderna.
El 11S también provocó un cambio en la forma en que el mundo percibe la seguridad aérea, los conflictos internacionales y la vigilancia interna. Las políticas antiterroristas, el aumento del gasto militar y el endurecimiento de los controles migratorios son parte del legado tangible de aquel fatídico día.