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Después del fenómeno de los “food trucks” , la nueva fiebre en las calles de Bangkok son los “carritos de marihuana exprés”, que han proliferado de forma meteórica en la ciudad tras la despenalización parcial del uso del cannabis en Tailandia hace dos meses.

Si antes el consumo de la planta se restringía a los locales con una gran concentración de turistas, donde las autoridades a menudo hacen la vista gorda, ahora es común encontrarse decenas de tiendas y carros que venden productos y cogollos de marihuana en puntos menos vacacionales de la capital tailandesa.

En una agitada calle del barrio de Thong Lo, conocido por su vibrante vida nocturna, varios carritos aparcados uno al lado del otro promocionan sus productos a base de cannabis bajo la mirada curiosa de los transeúntes.

En la barra de esos automóviles, los clientes pueden elegir desde un extenso menú entre diversas opciones de cogollos, que ofrecen efectos variados según el deseo y objetivo de los consumidores.

“Tenemos variedades que te dejan más animado, creativo, hablador, centrado o relajado. Hay (cogollos) para todos los tipos de cliente y que atiende la necesidad de cada uno”, explica a Efe Kornpatthipong “Buddee”, quien trabaja en un carrito de marihuana exprés situado de forma estratégica al lado de una famosa discoteca.

Según el vendedor, esta clase de establecimientos vivió un verdadero boom después de que las autoridades tailandesas relajaran el consumo del cannabis de bajo efecto psicotrópico y eliminara la sustancia de su lista de narcóticos a inicios de junio.

FINES DE SEMANA

“Nuestros días de mayor movimiento son los viernes y sábados. Tenemos muchos clientes que salen de copas y de fiesta, vienen aquí a comprarse un porro y enseguida vuelven a la fiesta”, dice.

Y es que, en medio de la creciente competencia, la creatividad se muestra un factor esencial. Así, cada vehículo ofrece su diferencial, ya sea a través de las llamativas luces, la música, la simpatía de los vendedores o el propio servicio ofrecido.

“Por ahora todo va viento en popa. Estamos creando una clientela y siempre pensando en qué más podemos innovar”, destaca a Efe el socio de uno de esos vehículos, quien hace un mes dejó atrás la vida como vendedor para abrir su propio negocio en el aún poco explorado mercado de la marihuana.

Entre tantas opciones, la clientela se decide entre un variado rango de menús y precios, además de poder elegir entre comprarse sólo los cogollos, vendidos en gramos, o los porros ya preparados y listos para ser fumados.

“La legalización me pareció muy bien, porque mucha gente ya fumaba y ahora lo seguirán haciendo, pero de forma legal. Y a quienes no les gusta, pues simplemente pueden elegir no fumar”, afirma a Efe un habitual de Thong Lo.

CONFUSIÓN LEGAL

No obstante, la despenalización parcial del cannabis, que se enmarca en la política para promover el uso médico de la planta, no vino acompañada por una ley que regule su consumo, lo que ha sembrado mucha confusión entre comerciantes y consumidores.

“Es complicado, porque aún no hay ninguna regulación, entonces seguimos en un área muy gris en materia de qué se puede y qué no”, apunta a Efe Yada Tianprasit, profesora en el Centro de Derecho Penal y Criminología de la Universidad de Thammasat.

Por ello, pese a la euforia y “todo el potencial” vinculado al negocio del cannabis, la mayoría de las tiendas optan por la cautela y piden a los clientes que consuman la sustancia en “lugares privados”.

Asimismo, prohíben la venta de sus productos a menores de 20 años, una medida del Gobierno que parece contar con consenso entre los dueños de esos establecimientos.

“Está bien que se impongan reglas para el consumo entre menores de 20 años, porque son niños influenciables. Cuando se hagan mayores ya podrán elegir por sí mismos si quieren fumar o no”, recalca la propietaria de un carrito ubicado en el concurrido barrio de Asok, otro de los núcleos clave de la noche en Bangkok. EFE