¿Sabes cuál es el origen de las expresiones cotidianas?

Las expresiones cotidianas esconden relatos medievales y culturales que enriquecen el habla diaria con sorpresas inesperadas. Estudios científicos y universitarios desentrañan estos orígenes, conectando pasado y presente en frases que usamos sin pensar.
¿Sabes cuál es el origen de las expresiones cotidianas?
¿Sabes cuál es el origen de las expresiones cotidianas? Foto: Canva
¿Sabes cuál es el origen de las expresiones cotidianas?
¿Sabes cuál es el origen de las expresiones cotidianas? Foto: Canva

María Emilia Vera

Redacción ED.

Muchas de las expresiones que usamos cotidianamente tienen historias tan antiguas como insospechadas. Algunas provienen de prácticas medievales, otras de malentendidos lingüísticos. En otros casos, se ha demostrado científicamente que su origen se remonta a contextos sociales o culturales hoy completamente superados o desconocidos.

¿Las expresiones afectan la forma en que las personas perciben riesgos?

Un claro ejemplo es la frase “más vale pájaro en mano que ciento volando”, la documentaron por primera vez en tratados del siglo XIII según el Instituto de Lexicografía de la Real Academia Española. Estudios de la Universidad de Salamanca muestran que su popularidad se extendió tras su uso en literatura moralizante.

Por otro lado, investigaciones publicadas por el Centro de Estudios Cognitivos de la Universidad de Buenos Aires revelan que estas frases, al ser repetidas con frecuencia, afectan la forma en que las personas perciben riesgos y decisiones. Lo curioso es que muchas veces se transmiten sin que los hablantes reflexionen sobre su sentido literal o simbólico.

También se ha comprobado que el uso constante de estas expresiones ayuda a reforzar estructuras mentales que facilitan la toma rápida de decisiones, aunque no siempre de forma racional. Las investigaciones muestran que las frases hechas tienen una función casi automática en la comunicación diaria.

Un pasado medieval en las conversaciones

La expresión “tirar la casa por la ventana” se originó en el siglo XVIII durante la lotería nacional española, cuando se decía que el ganador lanzaba objetos viejos. La Universidad Autónoma de Madrid documentó esta práctica en archivos históricos que vinculan la frase con celebraciones ostentosas tras ganar premios importantes.

Un estudio publicado en la revista Language and History analizó más de 1500 expresiones idiomáticas y concluyó que al menos un 40% provienen de contextos religiosos, militares o agrícolas de la Edad Media. Por ejemplo, “salvado por la campana” no tiene un origen boxístico, como muchos creen, sino funerario.

El Laboratorio de Neurociencia del Lenguaje de la Universidad de Oxford ha demostrado que estas expresiones activan áreas específicas del cerebro relacionadas con la memoria emocional y la asociación histórica. Eso explicaría por qué muchas se recuerdan fácilmente y otras se repiten por generaciones.

No todas las frases tienen un origen noble

Agunas, como “hacerse el sueco”, son utilizadas en contextos xenófobos, pero después uso cotidiano las “suavizó”. Las universidades de Valencia y Sevilla han comparado más de 600 frases en 10 países hispanohablantes para establecer estos patrones lingüísticos.

Algunas expresiones que hoy parecen inofensivas tienen raíces problemáticas, por lo cual muchos académicos abogan por su revisión crítica sin llegar a censurarlas. Lo cierto es que el idioma evoluciona, pero el peso de la historia sigue presente en cada giro lingüístico.

Ciencia detrás del lenguaje cotidiano

La frase “no hay moros en la costa” la estudió el Departamento de Historia de la Lengua de la Universidad de Granada, que encontró registros del siglo XV. La expresión hacía referencia a los vigías que alertaban la presencia de piratas en las costas andaluzas.

Un informe publicado en la revista Journal of Psycholinguistic Research reveló que este tipo de frases influye en los juicios rápidos. Esto hace que las personas realicen sus conversaciones informales. Los científicos explican que esto ocurre por la familiaridad estructural de las frases.

Según el estudio “Cognition and Idioms” las expresiones cotidianas actúan como atajos mentales en el procesamiento del lenguaje. Esto mejora la fluidez verbal pero puede limitar el pensamiento crítico en ciertos contextos.

Frases como “a otro perro con ese hueso” o “estar entre la espada y la pared” han sido analizadas en entornos experimentales para evaluar su impacto emocional y simbólico. Los resultados mostraron que estas estructuras verbales están fuertemente arraigadas en la memoria colectiva.

Investigadores coinciden en que, aunque el lenguaje cambia constantemente, muchas de estas frases se mantienen vigentes gracias a su carga emocional, su valor simbólico y su funcionalidad social, incluso si se desconoce completamente su verdadero origen.

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