A pocos kilómetros de la costa, la Amazonía, los valles interandinos y los picos más elevados, Quito se reivindica como el destino gastronómico.
Ecuador es uno de los lugares con mayor biodiversidad por metro cuadrado del mundo.
“Quito es un territorio pequeño cargado de identidad donde cada esquina, mercado y comedor”, explicó el chef quiteño Juan Sebastián Pérez.
Pérez lo dijo en Bogotá con motivo del Bogotá Madrid Fusión.
Quito llegó al congreso de alta gastronomía bogotano como la ciudad invitada de esta tercera edición.
Llevó cócteles hechos a base de miske (bebida espiritosa autóctona con denominación de origen).
Además recetas tradicionales como el hornado (carne de cerdo) y una amplia variedad de chocolates.
Para Pérez, parte del éxito de la cocina ecuatoriana se deriva de la riqueza de sus productos nativos en la medida en que “sólo en tubérculos, cereales y raíces hay más de 5 mil productos por cada categoría”.
Incluso se atreve a decir que el ADN del hombre andino lo conforman “cereales, tubérculos y hierbas medicinales”.
El chef quiteño Galo Pillalaza se trasladó al congreso en aras de hacer una degustación del hornado quiteño, plato que se prepara en horno de barro.
Para demostrar que el chocolate puede ser un postre refrescante, el chef Santiago Cueva reivindicó la importancia de ofrecer productos “ligeros” en grasas y azúcares.
Con respecto a la coctelería a base de miske, el bartender Marco Antonio Trujillo reivindicó la “artesanía” y “espontaneidad” de esta bebida ancestral que se hace con el “sour-miske” la savia del penco azul, una planta.