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Carla Machado esperaba con ansias  cada viernes para salir con sus compañeras de la universidad. Sin embargo, confiesa que hace más de cuatro meses que no hacen esas reuniones.

En su caso, decidió quedarse en casa, porque a su hermana dos hombres en moto la asaltaron mientras comía en un asadero de pollos ubicado en la vía a Chone. Teme que a ella le suceda lo mismo.

También, a pocas calles de su casa, en la urbanización Los Rosales, se reportó una de las 103 muertes violentas que constan en las estadísticas de la Policía en lo que va de este año en Santo Domingo.
Las voces ciudadanas indican que la inseguridad reina en las calles; hay miedo. Así lo asegura el líder barrial Pedro Mero.

Las entidades de seguridad, por otro lado, intentan detener la ola de asaltos y asesinatos que se han reportado en las últimas semanas en Santo Domingo.

Son varios. En algunas cooperativas, como la 30 de Junio, 17 de Diciembre y 30 de Julio, se han visto murales donde se lee la leyenda “R7” y se aprecian tres calaveras: una se tapa los ojos, otra cubre los oídos y otra la boca. Ese es el distintivo de la agrupación delictiva, a la que se le atribuyen algunos de los delitos reportados en la provincia.

Sin embargo, además de estas ‘pinturas’ en las paredes, recientemente surgieron otras imágenes. Junto a los cráneos está escrito Ben10 y Chone Killers, otras dos agrupaciones que, al parecer, se han aliado a la que surgió hace unos tres años en Santo Domingo (R7).

El jefe de la Policía, Diego Pavón, mencionó que no pueden asegurar que existan acuerdos entre los miembros de estos grupos de delincuencia organizada, pero respecto a los murales dijo que tienen identificados algunos para hacer la recuperación de esos espacios y que la comunidad vuelva a sentirse segura en sus alrededores.
Agregó que las pinturas serían una forma de delimitar el territorio para la venta de drogas.

Tras las rejas. La pugna de poder también se ha evidenciado en las cárceles.
Demostrar quién es más ‘malo’ ha puesto en evidencia el trabajo del Servicio Nacional de Atención Integral a Personas en Conflicto con la Ley por el control penitenciario (SNAI).

En lo que va del año, en Santo Domingo se han reportado dos masacres. Una en mayo, donde integrantes de Los Lobos y los R7 se enfrentaron violentamente y hubo 44 muertos, entre ellos seis decapitados. Además, hubo una fuga de reos que en muchos casos ahora están en las calles.

Dos meses después, en julio, otros 12 reos fueron asesinados dentro del penal Bellavista. En esa ocasión se conoció que unos presos que fueron trasladados desde Manabí estarían intentando crear una nueva agrupación, que de inmediato fue exterminada. Todos los muertos estaban desmembrados.

El país. Un experto en seguridad, que solicitó la reserva de su nombre, explicó que el origen de los conflictos que se viven en el país está en el mal enfoque que está dando el Gobierno al trabajo por precautelar el orden.
“No se trata de dotar de más armas y carros a la Policía, sino de atacar el mal sociocultural que se vive. Mientras haya desempleo, la vía de la delincuencia será el camino más fácil para subsistir”, mencionó.

Agregó que las leyes no respaldan tampoco el trabajo de las instituciones de seguridad, por lo que un agente puede capturar al sospechoso de un robo, y luego un juez, a las pocas horas, lo deja en libertad.

En el caso de las agrupaciones delictivas, señaló que, además de los R7, Chone Killers y Ben 10, en Santo Domingo también hay presencia de Los Tiguerones, Los Lobos,  Punto 40 y los Latin King.

El experto mencionó que cuando, a causa de las disputas, uno de los líderes es asesinado, de inmediato surge un nuevo cabecilla, el mando pasa de mano en mano, “mientras el Estado se muestra vulnerable”, dijo.

A su criterio, una manera de ofrecer más seguridad a la ciudadanía es garantizar, desde las instituciones estatales y el Gobierno, más plazas de empleo para que las personas no se vean en la necesidad de asociarse a agrupaciones delictivas.