Cuando en los años 2000 en Ecuador se incrementó la violencia y se agravaron los homicidios, el gobierno de Rafael Correa enfrentó a las pandillas callejeras con una política inédita.
Lejos de una guerra abierta contra el crimen, negoció con las bandas prominentes, las legalizó y apoyó a pandilleros voluntarios a formarse y trabajar.
Los Latin Kings recibieron la categoría de “grupo juvenil urbano”. Muchos se afiliaron a movimientos políticos como el correísta Alianza PAIS, e incluso un ex Latin King, Ronny Aleaga, llegó a ser asambleísta nacional.
Hoy esta organización fue declarada como “organización terrorista” por el Presidente Daniel Noboa junto a otra veintena de grupos armados.
Tras aplicarse la medida, se redujeron los asesinatos. El Banco Mundial recoge que Ecuador pasó de 18 a 6 homicidios por cada 100.000 habitantes desde 2008 hasta 2018.
Ahora, seis años después, Ecuador vive un “conflicto armado interno”. Grupos criminales se fortalecieron hasta penetrar las instituciones. Y el número de homicidios por cada 100.000 personas superó la cuarentena, según datos del Observatorio Ecuatoriano del Crimen Organizado.
Recientemente, voces críticas del correísmo han vinculado esta crisis como una posible consecuencia de esas políticas del expresidente.
Durante una entrevista con Radio Rivadavia en Argentina, la actual ministra de Gobierno, Mónica Palencia, dijo que los pactos de paz de Correa fueron una “entrega del país”.
Las cifras
El pasado agosto, en plena conmoción por el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio, Otto Sonnenholzner, exvicepresidente durante el gobierno de Lenín Moreno, dijo que la situación era “fruto de quienes dijeron que había que pacificar a las pandillas”.
Correa, quien apoyó recientemente la declaración de conflicto armado interno de Noboa contra el crimen organizado, se defendió de las críticas.
A la ministra Palencia le dijo que parecía “no saber dónde estaba parada”, y a Sonnenholzner le respondió que comparar a las bandas de los 2000 con “las organizaciones criminales vinculadas al narcotráfico de hoy era una supina ignorancia o una monumental mala fe”.
El expresidente lleva varios días en redes sociales respondiendo a acusaciones similares.
Analistas consultados por BBC Mundo coinciden en que las bandas con las que lidió Correa eran distintas a las que hoy aterrorizan al país. “Es difícil comparar las bandas callejeras de entonces con los grupos de crimen organizado que hoy penetran el Estado”, le dice a BBC Mundo David Brotherton, experto en bandas latinas de la Universidad Municipal de Nueva York.
Según Brotherton, las bandas callejeras ecuatorianas emergieron en los 90 en las dos principales ciudades del país, Quito y Guayaquil.
En 2008, la Policía Nacional encontró que solo en la provincia de Guayas existían 400 de estos grupos.
De especial preocupación eran los Latin Kings and Queens. A ellos se les atribuía casi un tercio de los 18 homicidios por cada 100.000 habitantes de 2008.
Hasta entonces, coinciden Brotherton y el sociólogo ecuatoriano Gaitán Villavicencio, la política antipandillas ecuatoriana se centraba en la persecución y la mano dura.
Las pandillas se nutrían básicamente de jóvenes marginalizados y sin trabajo que encontraron en la criminalidad no solo una fuente de ingresos, sino también una “vía de expresión cultural”.
Además de los Latin Kings, bandas como Los Ñetas y los Masters of the Street (Los amos de la calle) también tenían prominencia nacional.
Las críticas
Un plan inédito… y controvertido.
Correa adoptó un enfoque distinto al hasta entonces habitual para combatir el crimen en América Latina, “mayoritariamente enfatizado en la Policía como solución reactiva al incremento de crímenes del continente”, dice Brotherton.
“Buscó mecanismos para legalizar, institucionalizar y reconocer la existencia de estas pandillas para que se les diera una salida socioeducativa”, le explica Villavicencio a BBC Mundo.
“Se estableció una especie de nuevo contrato social en que el Estado se comprometía con la ciudadanía a través de mayores recursos en bienestar, salud y educación, y a cambio, esperaba que los ciudadanos cumplieran con sus obligaciones y responsabilidades construyendo cohesión comunitaria y reforzando la relación entre Estado y sociedad civil”, analizó Brotherton en un estudio sobre los efectos de este programa.
Los resultados de este inédito plan fueron halagados 10 años después por organizaciones como el Banco Interamericano de Desarrollo y reflejados en la “más sostenible caída de homicidios en el mundo”, estudió Brotherton.
El cambio
A partir de 2017 es donde los analistas se enfocan para explicar el deterioro de la seguridad ecuatoriana y el fortalecimiento de las pandillas que hoy Noboa cataloga como “organizaciones terroristas”.
Tras los recortes públicos con la salida de Correa, Villavicencio y Brotherton explican que muchos jóvenes reencontraron en la delincuencia su sustento económico.
Solo que esta vez ya no nutrían bandas callejeras. Sino poderosas asociaciones aliadas con prominentes carteles de la droga mexicanos y colombianos al mando de un negocio altamente rentable como el narcotráfico.
Expertos dicen a BBC Mundo que los jóvenes sin oportunidad de inserción laboral o educativa han sido adoptados por los líderes criminales para nutrir las filas de sus organizaciones.