La directora quiteña Ana Cristina Barragán, de 38 años, vivió uno de los momentos más trascendentes de su carrera este sábado 6 de septiembre. Recibió el Premio Orizzonti al mejor guion por su película Hiedra durante la clausura del 82.º Festival Internacional de Cine de Venecia. El galardón marca un antes y un después en la historia del séptimo arte ecuatoriano. Esto se debe a que es el primer largometraje del país en competir en la Mostra en 25 años.
El triunfo de Barragán que trasciende fronteras
La obra de Barragán formó parte de la sección Orizzonti (Horizontes), dedicada a las nuevas tendencias cinematográficas. Destacó por la fuerza de su narrativa y la sensibilidad de su propuesta visual. La directora no ocultó la emoción en su discurso de aceptación:
“Gracias a las varias directoras que han sido mi más grande inspiración siempre. Que viva el cine latinoamericano. Palestina libre”, expresó desde el escenario del Lido de Venecia.
También agradeció al jurado por dar valor a su película y subrayó las dificultades de hacer cine en Ecuador. “Significa mucho para el cine de mi país, donde hacer cine solo es posible con la sincronía de muchos esfuerzos titánicos”, afirmó.
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“Hiedra”: heridas que marcan la vida
La película está protagonizada por la actriz mexicana Simone Bucio y el ecuatoriano Francis Eddú Llumiquinga. Ambos dan vida a personajes cuyas existencias fueron moldeadas por el abandono y el dolor.
Azucena, madre en la adolescencia, emprende la búsqueda del hijo que dejó siendo apenas una niña. Julio, en cambio, creció en un hogar de acogida sin conocer nunca a sus padres. Sus destinos se cruzan en un relato que explora las cicatrices de la infancia y sus ecos en la adultez. Así, transforma la dureza de esas experiencias en poesía visual.
Un hito para el cine ecuatoriano
El reconocimiento a Hiedra cobra aún más relevancia. Esto porque es la primera película ecuatoriana en presentarse en Venecia desde Ratas, ratones, rateros, de Sebastián Cordero. Esa película participó en 1999.
Con este premio, Barragán consolida una trayectoria que la posiciona como una de las voces más potentes del cine latinoamericano contemporáneo. Abre nuevas puertas a las producciones del país en escenarios internacionales.
Hiedra se convierte en un referente de cómo las historias locales, contadas con autenticidad y sensibilidad, pueden conectar con públicos globales. También puede competir en igualdad de condiciones con producciones de mayor industria. Su triunfo no solo es un logro individual. Además, es un símbolo de esperanza y proyección para la industria audiovisual ecuatoriana, que ahora tiene en Venecia un nuevo capítulo de referencia.