En un ambiente de cambio como el que vivimos, confirmado y robustecido por la elección impensada y atípica de los gringos, que ratifica que los pueblos, incluso los ricos, se cansan de las ineptitudes de gobiernos y sistemas y buscan una alternativa más a fin a sus intereses, es normal que en nuestro pequeño país se den los cambios que estamos viviendo, festejados por mayorías que ven a ellos una oportunidad y lamentados y sufridos por grupos de ecuatorianos que ven como con su vigencia, se pierden las esperanzas de senectudes dignas.