Empujados por la investigación, sabíamos de la década de esplendor entre 1930 y 1940 del Siglo XX, cuando las balsas bajaban por los ríos Chamotete y Bajo Grande, engrosando el caudal del Río Chico. Tiempos para recordarlos, cómo no, cuando los viajeros de las balsas conversaban con los balcones montubios, entre Roncón y Riochico. Conseguir un ábaco, era difícil en la feria de Riochico, o telas chinas, pues todo se vendía y todo se compraba. Martha Navia Macías, fotógrafa de esas maravillosas décadas, narra algunos momentos y episodios de los años que brillaron como el sol cuando se acerca al Cenit. Seducida por tener en sus manos una máquina fotográfica, llegó el momento en que de broma en broma, tocó y palpó la máquina fotográfica de un compañero de escuela. Luego la cosa fue en serio, seducida por el arte de la fotografía, Martha se convierte en la primera fotógrafa de Riochico, su parroquia; cuna de grandes hombres, que ejercieron funciones políticas y administrativas del país; académicos que demostraron su capacidad en las grandes clínicas de Guayaquil; ciudadanos, que con su sencillez llegaron a ocupar el sillón de la alcaldía de la capital manabita. Algunas pestañas y quien mira de reojo, traducen lo que fue Riochico en la famosa década de los años cuarenta. La arrimada de las balsas al pequeño puerto fluvial, era parte esencial del paisaje, traducido en múltiples fotografías del ojo mágico de Martha Navia Macías. Con Manuela llegamos a la casa antigua y siempre renovada; antigüedad representada en los noventa años de existencia, y, renovada a través de la conversación con las dos hermanas Navia Macías. La versación de Gema y la autoridad de Martha, convocan a profundas reflexiones y a recrear el diálogo en las alfombras luminosas del pasado. Una suma de historias es lo que vamos a narrar: Continuará. Horacio Hidrovo | Telf. 05-2931387