Últimamente se ha venido planteando la idea de cambiar el primer cuartel superior de la bandera de Portoviejo, debido a que ésta contiene los colores de la bandera de Guayaquil, por la influencia que ejerció la gesta del 9 de Octubre de 1820 en los pueblos manabitas.
Se argumentó que nosotros no le debemos nada a Guayaquil y que fueron nuestros líderes los que lograron nuestra independencia. Y déjenme decirles que es verdad, no le debemos nada, ni antes ni ahora a los líderes guayaquileños; pero también quiero decirles que eso es ya parte de la historia, y ésta no va a cambiar porque cambiemos los colores de nuestra bandera. Le podemos poner rojo, amarillo o cualquier otro color, y darle cualquier significado, pero ¿habremos cambiado algo con eso? Nada, absolutamente nada, pues seguiremos siendo los mismos portovejenses.
Es verdad, los símbolos nos identifican, pero quienes representamos verdaderamente a una ciudad somos los que vivimos en ella (nativos e hijos de corazón).
Lo que debemos cambiar es nuestra actitud, el civismo y el amor por nuestra ciudad que debe demostrarse día a día, ¿Cómo hacerlo? Trabajando con dedicación y honestidad, luchando por nuestros ideales, haciendo respetar a Portoviejo de aquellos que quieran ofenderla, siendo buenos profesionales, siendo padres responsables e hijos respetuosos; no botando basura en nuestras calles, no contaminando nuestro río.
Nosotros también podemos ser artífices de la historia, como lo fueron don Antonio Menéndez, don Manuel Rivadeneira, don Andrés de Vera, y muchos más.
Pero esto lo podemos lograr cambiando de actitud, sin dejar de reconocer el pasado que fue el que permitió nuestro presente; pero, sobre todo, reconociendo que ahora tenemos un presente que forjará nuestro futuro. No lo desaprovechemos y no perdamos el tiempo cambiando nuestros símbolos. Cambiemos nosotros.
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