Esta frase se encuentra en el libro entregado por el Ministerio de Educación y Cultura de nuestro país a docentes y estudiantes de los colegios del Ecuador, desde luego con mucho significado para quienes somos maestros de carrera; pero, lamentablemente, cuando se nos encomienda administrar una institución nos olvidamos que fuimos compañeros de trabajo, y cambiamos totalmente porque el poder nos enferma y muchas veces se aconducta a los docentes a seguir una línea política equivocada, a cambio de dádivas.