Por eso de las ociosas ociosidades del mate, nos damos a pensar tontejadas y penderías que da susto. Y así es como se van fortaleciendo las tradiciones, alimentando emociones que son más bien negativas porque, en primer lugar, no sirven para nada y, en segundo lugar, tampoco sirven para nada. Ahístá, por ejemplo, el terror a lo que pueda suceder en un Martes 13. Y, ¿sabe qué?, no hay cambios, es lo mismo, sea martes 13, jueves primero, viernes 8 o febrero 28, igual sucederá lo que tenga que suceder. Y no hablamos del destino, sino de las consecuencias que cada cual con su cada qué hace que suceda, pues, después de todo, somos los artífices de nuestro destino, oséase que la casita nos la armamos nosotros mismos, sin perekes ni barajos.