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La verdad y la realidad
La verdad y la realidad
Por: Milton Bowen Rivera

Sábado 29 Febrero 2020 | 04:00

¿A quién no le gustaría vivir en paz y feliz? Sería maravilloso vivir disfrutando de buena salud y felicidad con nuestros seres queridos, viajar y conocer para desarrollar nuevas habilidades con niños y jóvenes que han sido criados con constantes alabanzas, sin estar preparados para las decepciones, las críticas y los fracasos.

 ¿A quién no le gustaría vivir en paz y feliz? Sería maravilloso vivir disfrutando de buena salud y felicidad con nuestros seres queridos, viajar y conocer para desarrollar nuevas habilidades con niños y jóvenes que han sido criados con constantes alabanzas, sin estar preparados para las decepciones, las críticas y los fracasos. 

La población mundial crece y está en constante peligro por los gobernantes de turno; débiles, ineptos, presionados por el dinero fácil; falsos protagonistas de la gestión pública que no erradican la corrupción y la pobreza. Si tuvieran voluntad, cambiarían el modelo de gestión y producción para hacer un Estado y un planeta más sostenible en que se respete la naturaleza; sin contaminar los ríos, los mares y el medio ambiente.
En un Estado de Derecho jurídicamente estatuido, no somos iguales ante la ley, porque la norma se contradice por tener vacíos legales. Las verdades son las mentiras de siempre, que cuando llegan al poder, se aplican las leyes a conveniencia y para que organizaciones vivan a costa del Estado. A esa realidad, podemos decir, que media humanidad vive de la otra.
Publicaciones como: “La verdad os hará libres” de 1943 y “Que nos enseña la Biblia” de 2015, entre otras, rescatan los principios de honestidad y seriedad que tiene la humanidad en este mundo globalizado.
La habilidad de seguir engañando continúa, los gobernantes se convierten en unos presumidos e intocables, dueños de las arcas públicas, sin el control de una autoridad. Cuántos gobiernos, autoridades y funcionarios públicos no han tenido capacidad, ni el poder necesario para solucionar los continuos problemas de la provincia de Manabí.  
Ecuador no es un tren de alta velocidad, que sin control nos lleva a un final catastrófico: “Lo que anhelan hombres y mujeres, es que se respeten los derechos irrenunciables para vivir en paz”. Porque si no es así, la igualdad de los seres humanos, solo la encontraremos en el camposanto.
Después del terremoto, Portoviejo celebra muchas festividades en bares, restaurantes y locales con música a máximo volumen. El centro de Portoviejo se ha convertido en una ciudad fantasma, donde cualquier ciudadano puede ser víctima de la delincuencia, sin que a nuestro alcalde le importe la seguridad de nuestra ciudad capital. 
En el caso de elegir jóvenes para gobernar, no solucionarán nada; la corrupción, la delincuencia, la injusticia y la burocracia crecerán con el consentimiento de todos. ¿Será delito decir la verdad?
 
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