Es plausible que las autoridades de tránsito enfaticen los controles a la transportación pública en las terminales terrestres y en las carreteras durante los feriados, pero esta actividad, con las mismas precisiones, debe ser frecuente.

De acuerdo con las cifras de la Agencia Nacional de Tránsito, el año pasado se registró un promedio de 181 accidentes de tránsito cada mes que involucraron a buses de transporte público. La cifra es nacional, pero arroja el preocupante promedio de seis accidentes por día.

Tan alarmante como ese dato es el hecho de que en todo el año hubo 2.025 lesionados y 309 fallecidos en los accidentes de buses.

Esto muestra la alta accidentabilidad del transporte público ecuatoriano, pero también refleja la necesidad de trabajar para disminuir esas cifras.

No solamente en los feriados se deberían extremar los controles, ni limitarlos a las horas diurnas. Debe hacérselo en forma aleatoria pero permanente, porque los números de accidentes se mantienen con poca variación durante todo el año.

Las revisiones deben incluir, a más del estado de los vehículos, la idoneidad del conductor y las medidas de seguridad que se aplica a los usuarios.

Los controles rutinarios y a tiempo pueden contribuir a salvar vidas. Por ello no deben limitarse a los días de mayor tránsito, sino que deben convertirse en acciones cotidianas.