“La soberanía radica en el pueblo”. Si fuera así, no habría ningún reparo, pero la realidad es otra, porque pese a existir la ordenanza correspondiente para nominar las calles, la norma no es aplicada o se desconoce. 

Y cualquier persona, al notar que la calle donde está su residencia carece de nomenclatura, coloca en la esquina un pedazo de madera, cartón, papel u otro material con el nombre que se antojó, dándole identificación a esa vía, sin motivación o argumentación. Pareciera que en Portoviejo se le está dando homenaje al calendario.

Aquí una calle se llama alegremente 7 de Febrero, 11 de Mayo, 18 de Noviembre, etc. Es decir cualquier fecha de los 12 meses del calendario. Incluso existen nombres clonados. Claro, hay que reconocer que algunas fechas se justifican porque enaltecen un acontecimiento histórico relevante.

En este rubro el concejo municipal tiene la patente de corso para reformar y actualizar la ordenanza, dando prelación a nombres de ilustres ciudadanos y ciudadanas, quienes a través del paso por la vida fueron y son ejemplos por el amor, cariño, servicio, talento y esfuerzo, puesto de manifiesto. Todo en beneficio de los demás. Esta es una de tantas asignaturas pendientes del gobierno cantonal. 

Ahora que Portoviejo comienza a conmemorar el bicentenario, ojalá se tome en consideración esta sugerencia, a fin que las calles del cantón lleven nombres de personas preclaras y valiosas, que por desconocimiento o egoísmo van cayendo en el ostracismo y por consiguiente, en el olvido.

La sociedad tiene y debe ser justa. Esos hombres y mujeres han dado lustre a Portoviejo, por ende, merecen pasar a la inmortalidad. Que no pase lo que lamentablemente ocurrió en la vecina Manta, donde se perennizó a los números, enterrando una valiosa historia. Entonces es valedero solicitar a la comisión de cultura y de turismo del bicentenario, exhortar al cabildo local elaborar una ordenanza nueva. Que los cronistas e historiadores y la propia ciudadanía aporten sugiriendo nombres de perilustres y emblemáticos seres humanos que han hecho y hacen de nuestra castellana ciudad “Reina de heráldica historia”.  Que esta opinión no caiga en saco roto.