Es la vigésima quinta o COP25 que se realizará en Madrid, ciudad escogida en reemplazo de Chile, que se excusó de asumirla por los problemas políticos que le aquejan.
Es la vigésima quinta o COP25 que se realizará en Madrid, ciudad escogida en reemplazo de Chile, que se excusó de asumirla por los problemas políticos que le aquejan. A pesar de que han sido varias, ricas en documentos y declaraciones, pero sin resultados prácticos, aún la sociedad mundial mantiene la esperanza que ahora, por fin, los líderes políticos de las naciones más desarrolladas, con China e India, pasarán de las disquisiciones a la acción, tanto más que son ellas las que más emiten gases de efecto invernadero en la obtención de energía fósiles como gas, petróleo y carbón, invirtiendo para ello miles de millones de dólares.
En esta oportunidad, más de 197 dirigentes de igual número de países tendrán como documentos de discusión los dos últimos informes del Grupo Intergubernamental de Expertos de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, en los que reiteran la necesidad de reducir a la mitad los efluvios dañinos, entre los años 2020 y 2030, de no hacerlo tornarán inevitable la crisis climática de desastrosas consecuencias que ya se perciben con horror, como la presencia más frecuente e intensa de huracanes, inundaciones de imposible control y espantosas sequías como la que ahora vive Centroamérica, capaz de llevar, entre otros efectos negativos, a poner en peligro los niveles de agua para el funcionamiento del Canal de Panamá y con ello causar un irreparable impacto al comercio mundial.
Los informes destacan el grado de afectación que tendría la agricultura en la productividad de los campos y ganaderías, con la peligrosa disminución del abastecimiento de alimentos, agudizando los escenarios de hambre, desnutrición, insalubridad y pobreza. Esto es el resultado del deterioro de los suelos en su capa fértil donde radican los elementos necesarios para la nutrición del planeta, agravado por las malas prácticas agrícolas, la falta de rotación de cultivos, exagerado uso de pesticidas y fertilizantes químicos y toda forma de erosión.
La falta de ejecutividad política para asumir decisiones efectivas en materia de mitigación de emisiones, a la que siempre se han comprometido los países quemadores de carbono, ha determinado que la crisis climática sea un fenómeno creciente y sin control, habiendo dejado de ser gradual para transformarse en acelerado y de gran peligrosidad. Será, por tanto, esa reunión global el adecuado marco para que los gobiernos poderosos abandonen su acostumbrada pasividad y eviten una conflagración planetaria.
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