El paro de hace un mes fue una dura prueba en todos los ámbitos. Once días de actividades a medias, en que el país vivió dominado por el miedo, las agresiones y la violencia dejaron como secuela el agravamiento de los problemas económicos y una búsqueda de culpables que aún no termina.

El inicial acuerdo al que llegó el Gobierno con los sectores involucrados en la medida no se ha cumplido, en parte, por la decisión de dirigentes de retirarse de la mesa de diálogo con el pretexto de que no hay garantías para ello.

También hay señalamientos entre fuerzas políticas, grupos civiles y, hasta, habitantes de algunos territorios.

Hace falta preocuparse más por la solución de los problemas nacionales, concertar esfuerzos y tender puentes.

El punto de coincidencia puede ser la necesidad de enfrentar la crisis que vive el país y, por encima de las divergencias que existen en el tema, debería ser lo que una a los ecuatorianos para buscar soluciones.

La simple intención y la predisposición no deben ser suficientes. Se debe poner una cuota de voluntad, tolerancia e interés.

Incluso, previo a un año electoral, la unidad debería dejar de ser un membrete y convertirse en una realidad. Conviene a todos: ciudadanos, autoridades, dirigentes y políticos.