Las recientes medidas económicas decretadas por el Gobierno Nacional profundizan la difícil situación que atravesamos los ecuatorianos. Por un lado están los empresarios que celebran con aplausos estas medidas. Claro, tienen que festejar que después de haber pasado un contrato a prueba, la renovación del mismo sea  con una menor paga. Tienen que celebrar que ya no pagarán el impuesto a la renta y también las recientes condonaciones de ciertas deudas que mantenían con el Estado.

En cambio, los trabajadores reclaman. A ellos les disminuirá el sueldo, le subirán los pasajes, le sube la canasta básica, la medicina. Los trabajadores tienen que pagar el alto precio de la crisis. Si el Estado nos orilla a esta situación, prácticamente lo que nos queda es sobrevivir, vivir con lo justo, estar apretados económicamente, hacer una sola comida en el día, dejar de estudiar, o vivir buscando empleo y soportar. Si el Gobierno, que debe ser el llamado a proteger los derechos de los más desfavorecidos, nos da la espalda; qué podemos esperar de los empresarios.