“Tengo algunas voces guardadas en mi memoria.

 Hoy quisiera hablarles sobre las voces. Cada tono de voz tiene un registro particular, único, que, así como los olores, nos trae algún recuerdo al presente. Tengo algunas voces guardadas en mi memoria que jamás volveré a escuchar: la de mi abuela Rosa, por ejemplo, rara voz, como masticada, bajita, y la de mi tía Cita, ronquísima y pintoresca. Hay algunas que se parecen, risas que se parecen, remontándonos a otros escenarios, a otras personas. Las voces también producen deseos. Hay una voz con la que he satisfecho mis más íntimos deseos. La reproducía cuando estaba sola, la ponía a todo volumen, para mi goce, aunque lo que decía no tuviera nada que ver con lo que estaba haciendo; recordaba el rostro de esa voz, las manos de esa voz, los labios de esa voz. Esa voz es la perfección. Ya no la escucho más. Eliminé todos los audios de mi teléfono, y con el pasar el tiempo cada vez es menos clara su frecuencia. La extraño. Las voces también se olvidan y se reemplazan por otras, dicen mucho de sus dueños, son como huellas digitales, únicas.