El asambleísta Celi ha sugerido que el terreno de El Aromo se convierta en un polo de desarrollo económico. Es una buena idea. Mucho, creo yo, se puede hacer. No sé si sería lo más  conveniente una refinería.  Tenemos el ejemplo de Esmeraldas. Habría que preguntarse: ¿Qué beneficios concretos recibió la ciudad y la provincia de Esmeraldas por la instalación de la refinería? ¿Dejó dinero al municipio local por el pago de algún impuesto? ¿Empleó a gente de la ciudad? ¿Recicló en la ciudad y en la provincia alguna parte del dinero que la refinería necesitó para su operación y mantenimiento? ¿Mejoró la refinería el nivel de vida de los esmeraldeños? Todas estas preguntas y muchas más se tendrían que contestar antes de pensar en una refinería en El Aromo, porque, hasta donde yo sé, las autoridades de la ciudad y la provincia de Esmeraldas se quejan amargamente y con mucha frecuencia del aire contaminado que se respira, exigiendo que el Gobierno tome medidas ahora mismo para solucionar el problema.  Después de todo, una refinería es una industria de alta intensidad de capital, de tecnología sofisticada que requiere de mano de obra muy calificada para todo.  

En El Aromo entonces hay que  pensar en algo que eleve económicamente a la provincia.  Hace poco leí que el desarrollo de Corea, que asombra al mundo por su rapidez y consistencia,  se realizó por etapas. “Empezaron con la estrategia de exportar productos textiles y juguetes: industrias baratas, con bajos salarios, y aprovechando que Estados Unidos les abrió el mercado a sus bienes”. En El Aromo entonces hay que pensar primero en algo que genere empleo local.