Actualizado hace: 938 días 5 horas 39 minutos
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Mal de Panamá
Por: Alfredo Saltos Guale
Por: Alfredo Saltos Guale
Ya no es un fantasma, es una tenebrosa realidad la presencia oficialmente ocultada de la epidémica enfermedad de las musáceas comestibles como el banano y plátano, muy cerca de nosotros en el vecino país del Norte, cuya detención o avance serán poco menos que imposible.
De acuerdo con informaciones confiables, el patógeno se hizo visible en dos plantaciones de la transnacional Dole en el noreste de Colombia en un departamento colindante con Venezuela, concretamente en La Guajira. Su irrupción a territorio ecuatoriano, si aún no lo ha hecho, es cuestión de tiempo.
Es increíble la no confirmación cuando se sabía de su existencia hace dos meses, mientras sus síntomas visibles externos e internos en el seudo tallo, tallo subterráneo verdadero y raíces, en sus vasos conductores, son clarísimos, mucho más para un personal entrenado como el que caracteriza a los técnicos de las multinacionales, que indican con mucha certeza la infección por fusarium, raza tropical 4.
Desde luego los gobiernos se aferran a la inexplicable política de negar, desconociendo que una vez que se generalice su impacto y asome la destrucción irremediable, quedarán sujetos al escarnio y castigo popular por no haber tomado las acciones recomendadas hasta el cansancio, que debieron ejecutarse desde hace una década.
Deberá señalarse a los responsables, comenzando por los jefes de estado de los dos últimos gobiernos oportunamente advertidos y todos sus ministros del ramo que desfilaron a lo largo de esas administraciones callando y no haciendo lo debido, ni lucharon por entregar fondos para la investigación.
También deberá incluirse a los ejecutivos del organismo estatal INIAP que tampoco se pronunciaron con frontalidad. Pero también a las organizaciones privadas, con oídos sordos y también ciegos por su pasividad y falta de atención a las indicaciones técnicas.
Pero quedan esperanzas de revertir el proceso, reiniciando una investigación nacional con suficientes recursos, que ahora habrá de sobra, para emprender en la única alternativa posible frente al ataque del mismo mal, raza 1, en nuestro irremplazable banano de seda, Gros Michel, cual es el advenimiento de una variedad resistente igual de apetecible que es la Cavendish, que nos enorgullece ante el mundo.
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