Cíclicamente, Manabí atraviesa sucesivos períodos de inundaciones y déficit hídrico. Los primeros, durante la estación lluviosa; los otros, en los últimos meses del llamado verano. En los dos casos, se ha vuelto costumbre declarar la emergencia y aplicar soluciones que se convierten en un repetido paliativo, pero no ayudan a superar en forma suficiente la contingencia.

Los ríos de la provincia no son de caudal permanente, pues ninguno proviene de deshielos. Por lo tanto, el aprovechamiento del agua en los meses secos se hace mediante represas, albarradas y pozos.

El Plan Hidráulico de Manabí, elaborado hace varias décadas, prevé la construcción de una serie de obras para el aprovechamiento del agua y el uso en riego y consumo humano; sin embargo, su ejecución ha sido lenta y por partes. Por ejemplo, los canales de riego del sistema Poza Honda no están concluidos a pesar de que la represa se construyó hace medio siglo.

Las autoridades deberían poner los ojos en esta necesidad de la provincia y buscar soluciones definitivas. La falta de agua afecta a la producción y aumenta los índices de pobreza, con mayor énfasis en las zonas rurales. Si hubiera agua e infraestructura suficiente, otra sería la realidad de esta provincia.

Hoy, cuando se cumplen 195 años de la creación de la provincia de Manabí, es oportuno recordar a las autoridades regionales y del país que tienen un compromiso con el desarrollo de esta jurisdicción. Ahora es cuando deben demostrarlo.