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Azuay
Un tejido patrimonial

La confección del paño gualaceño o macana, patrimonio inmaterial de Ecuador, es una tradición centenaria de la provincia de Azuay.

Miércoles 24 Abril 2019 | 04:00

 Sus artesanos indígenas buscan preservarlo a través de técnicas ancestrales y modernas estrategias de comercialización.

Este chal recibe el nombre del cantón donde nació, Gualaceo, y es uno de los artículos más valorados de la Sierra austral andina, gracias a su elaboración mediante métodos de tintura y tejido del paño que han pasado de padres a hijos, similares a los del “ikat”, de origen malayo y cuyo nombre adoptaron los artesanos ecuatorianos.
“Solo para tejer una pieza nos toma un día. Y todo el proceso de la urdida y amarrada del diseño nos lleva de tres a cuatro días”, explicó a Efe la artesana Carmen Orellana, de cuyas manos salió la casulla que lució el papa Francisco en la misa multitudinaria que ofició en Quito en el 2015.
 
Costos. El precio del paño gualaceño oscila entre los 40 y los 500 dólares, dependiendo del tipo de hilo empleado y la cantidad de nudos que requiera su patrón.
De 60 años y oriunda de Bullcay, la artesana explica, sin quitar ojo del tejido mientras de forma mecánica maneja su telar, que “la macana es lo más tradicional de nuestra zona”, labor que se transmite de generación en generación.
Su particularidad pasa tanto por la forma de tejer los hilos como por la aplicación del tinte, que siempre es natural y proviene de plantas, insectos, frutas y verduras.
Con su telar, que heredó de sus abuelos y asegura tiene “170 años”, Orellana fabrica a la semana apenas uno o dos de estos codiciados chales.
Algunos de los hilos entran en el telar ya coloreados, pero las formas y figuras finales del tejido se crean en el proceso de teñido gracias a unos nudos con cabuya (hilos de fibra de agave americano) que, estratégicamente colocados, evitan que las zonas amarradas se coloreen nuevamente.
La confección se realiza en un telar tradicional de cintura, dando como resultado túnicas que hasta no hace mucho tiempo servían para identificar el estado de las mujeres que lo portaban: azul y blanco para casadas, negro y blanco para las de la tercera edad.
 
El final. En una etapa final de la elaboración, los flecos resultantes son anudados, en muchos casos creando figuras con los hilos colgantes.
El creador y propietario del museo Casa De La Macana, ubicado en esta localidad, el artesano José Jiménez, es un experto en técnicas de extracción de colores. “Este se llama acacia o algarrobo”, dijo al señalar un pigmento de color café claro, que se obtiene de la fermentación en agua, durante todo un mes, de la hoja de la acacia.
Una vez obtenido el fermento, el resultado se deja hervir durante cuatro horas con sal a fin de “sacar el color”, añadió. Los pigmentos naturales líquidos los conservan en tinajas de cerámica andina, hasta darles uso en un proceso que comienza hirviendo la mezcla para sumergir dentro los hilos. 
Declarada Patrimonio Cultural Inmaterial por el Ministerio de Cultura de Ecuador en el 2015, y ampliamente reconocida entre la población local y turistas extranjeros, la macana es parte esencial de la vestimenta de las famosas cholas cuencanas.
Se usa tanto en el día a día como en eventos especiales, y dentro de un proceso de modernización el tejido empieza a usarse también para engalanar todo tipo de prendas y objetos: zapatos, manteles, cojines, billeteras. 
“Lo que hoy en día estamos haciendo es revalorizar la identidad de un elemento propio de nuestra idiosincrasia, que además tiene un simbolismo muy alto y puede ser adaptado a lo contemporáneo y a la moda”, destaca Fausto Ordóñez, director ejecutivo del Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares (CIDAP).
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