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Terremoto
Tras el 16a renacieron como el ave fénix

No lo podía creer cuando le dijeron. Tuvo que, con sus propios ojos, ver lo ocurrido. Su negocio estaba destruido. ¿Y ahora, qué sigue?, se preguntó.

Lunes 15 Abril 2019 | 11:00

 Washington Menéndez recuerda que su negocio solo tenía siete meses de reinaugurado. La felicidad le había durado poco. 

Cuenta que estaba en Quito cuando ocurrió el movimiento telúrico. Como se sabe, no tuvo la misma intensidad que en Manabí. 
Pero su presentimiento lo hizo llamar a todos sus familiares y conocidos. Entonces le dieron la noticia: Super Colchón se cayó. 
Fue un balde de agua fría. Pero había más. Lo peor fue saber que estaban saqueando el local. 
Los nervios se apoderaron de él y a las 05h00 del domingo salió para Manabí. Llegó a las 20h00, es decir, luego de 15 horas. 
“Cuando vi mi local, solo pensé que se acabó todo”, cuenta Menéndez, con lágrimas en los ojos. A tres años del terremoto, el dolor permanece latente. 
“Era terrible la realidad, la ciudad estaba devastada, dolía.. Tratábamos de cuidar, pero robaban de frente”, dice. 
Lo mismo en el local de Pedernales. “Se me llevaron hasta el escritorio”, agrega.
A los ocho días, decidió reunir al personal. Con ayuda de todos, pudieron salvar lo poco que quedaba del local en la Alajuela y avenida Manabí y llevarlo a las bodegas en la vía Portoviejo-Santa Ana, por el ECU-911. 
“Uno saca fuerzas de donde no hay. Pensé, vamos a pararnos, así sea con una carpa”, cuenta. 
Super Colchón, según él, fue el primer negocio en levantarse en Portoviejo. Hoy, cuentan con un renovado local, inaugurado en agosto del 2018, más grande que el anterior. 
Pasaron de 40 empleados a 48. En Portoviejo, de dos locales, ahora tienen tres. “Nos hemos parado con recursos propios, con préstamos que sigo pagando. Dios es grande, la gente nos ayudó y los colaboradores fueron una gran ayuda. Ojalá se tenga más ayuda, con menos impuestos”, señala. 
No regresó. Para Olivia Pita, el terremoto sigue siendo un recuerdo amargo. Después del 16A, ni su vida ni su local fueron lo mismo.
La famosa Joyería Turismo, a donde llegaban personas hasta de otros cantones, no regresó más al centro. 
Este negocio, según su dueña, también fue saqueado. Hoy, solo queda el edificio y unas cuantas vitrinas, que están siendo liquidadas.
“No puedo regresar al centro. El lugar me resulta muy grande y no hay garantías, no hay seguridad”, manifiesta. 
Por eso, solo tiene su local en El Paseo Shopping, aunque con otro nombre: “Oro y Arte Ecuatoriano”. Pero de la Joyería Turismo no queda ni el nombre. 
Algo parecido les sucede a varios comerciantes que están en el centro de la ciudad. 
Hay algunos que han regresado, pero las ventas no han sido las mismas. A unos, los afectó el terremoto. A otros, la falta de reactivación. 
Por ejemplo, Manuel Cedeño, quien alquilaba un local para restaurante, indica que él sobrevivió al primer terremoto, pero al segundo, de los trabajos del Plan Priza, no. 
“Es imposible regresar. No puedo pagar tanto de alquiler, porque me cobraban 400 dólares y después del terremoto solo ganaba al mes 300 dólares”, explica. 
Agrega que es necesario darles más incentivos a los comerciantes, quienes son los que dan más trabajo a terceros.
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