Los días que estamos viviendo nos involucran inexorablemente en la significación de estos tres vocablos, cuya recta aplicación transformaría la realidad ecuatoriana: de una era de atraso y latrocinio a muchos años de estabilidad social, libertad de expresión, gobernabilidad democrática, crecimiento económico, real incorporación ciudadana a la vida nacional, de lo que en mayor proporción aprovecharían las nóveles generaciones de mujeres y varones que luchan, desde tiempos atrás, en formar parte integrante, legítimamente, de nuestro mundo socioeconómico.
Los días que estamos viviendo nos involucran inexorablemente en la significación de estos tres vocablos, cuya recta aplicación transformaría la realidad ecuatoriana: de una era de atraso y latrocinio a muchos años de estabilidad social, libertad de expresión, gobernabilidad democrática, crecimiento económico, real incorporación ciudadana a la vida nacional, de lo que en mayor proporción aprovecharían las nóveles generaciones de mujeres y varones que luchan, desde tiempos atrás, en formar parte integrante, legítimamente, de nuestro mundo socioeconómico.
Así deben conducirse todos los esfuerzos del contrato social pendiente, entre Gobierno, entidades constitucionales, formaciones cívicas y esa masa creciente de jóvenes y adultos que hoy toman conciencia que ellos son, realmente, el corazón de la nueva República y que sus diálogos y ponencias deben de aprobarse en conjunto, para darles solidez por largo tiempo, a los acuerdos a los que se lleguen; en gigantescos pasos, que eliminen todo lo inadecuado y emprendamos, seriamente, la formación de una colectividad ecuatoriana capaz, honorable, equilibrada, incluyente, tomando en cuenta todos sus habitantes, en su diversidad racial, social, económica, ocupacional, y gestando una sociedad que se sienta incluida en el derecho a mejorar por un presente, futuro, estable y mejor.
Esta tiene que ser la metodología de los encuentros entre gobernantes y pueblo, demorar lo que se requiera para obtener entendimientos serios, creíbles y apropiados que al final dejen a todos realmente beneficiados. Existirán cosas que se pueden calificar de imposibles. Dejémoslas para obtenerlas más adelante, hoy trabajemos por lo que es posible: democracia, libertad, justicia social económica distributiva, eliminando las líneas de pobreza absoluta y tomando medidas reales y factibles. No ofrecer lo que sea imposible, queda atrás el engaño, hay asuntos que se resuelven ya, otros un tanto adelante y aprobar todo lo que permita a los que tienen menos posibilidades en salir de éste estado con la ayuda socio – gubernamental.
Aquí debe brillar y adoptarse la honorabilidad y honestidad que tienen que ser cumplidas por todos: mandantes y población, no puede permitirse el menor desliz en estos lineamientos, pues ello es lo que enfermó a la República, que tiene que urgentemente salir de lo que la perjudicó.
Además de lo expresado, tiene que existir la sanción correspondiente a todos los desvíos y atracos económicos que la Justicia ecuatoriana determine son responsabilidad de quienes malversaron fondos y constituyeron sociedades y alianzas con el único objetivo de llevarse los fondos que realmente pertenecían a toda la nación ecuatoriana.
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