Este sector hasta hace unos 10 años era como un bosque, dicen los vecinos. Comentan que los niños tienen la oportunidad de disfrutar de frutas deliciosas y sin químicos, que en ocasiones intercambian.
Alejandro Chávez, que llegó al sector en 1998, contó que esto era una “selva”. Recordó que había culebras y animales silvestres, además de muchas frutas, humedad y también mosquitos.
Como él, muchos decidieron asentarse en el sitio y con la construcción de rellenos y canales la realidad fue cambiando y ahora hay menos inundaciones y aún quedan árboles, porque muchos dueños de solares han preferido sacrificar un poco la construcción de sus casas con tal de mantener los frutales y no afectar tanto a la naturaleza.
Sin embargo, los moradores del lugar mencionan que ahora lo malo es que hay mucha maleza en solares baldíos y en varias calles se observa monte de hasta un metro de altura que nace en cualquier esquina y espacios sin encementar, demostrando la rica calidad de la tierra del sector.
Beatriz Lino mencionó que la maleza retiene agua y es un foco propicio para que se reproduzcan los mosquitos, por eso siempre hay dengue, zika y más enfermedades tropicales, alertó.