Lo llevaron a un médico y luego de varias evaluaciones pidieron un examen del hígado. Allí notaron que las enzimas hepáticas estaban elevadas hasta en cinco veces, por lo que pidieron ecografías, notando que el hígado tenía un tumor grande y pesado como una piedra. Su caso fue derivado a Quito, mientras su abdomen crecía como una embarazada. Al final, luego de varios exámenes, el diagnóstico fue que tenía hemangioma epitelioide, un tumor muy raro y grave que inevitablemente le ocasionaría la muerte.

Su madre recuerda que fue el primer caso de este tipo en el país y fueron derivados hasta el hospital Luis Vernaza de Guayaquil, donde ingresó a la lista de espera para un trasplante. Tenía el boleto uno debido a la gravedad de la situación.

El milagro.  Cuando las fuerzas de Jorge se agotaban, en Guayaquil un joven de 18 años, como él, recibió un golpe con un bate en la cabeza y quedó agonizante y sus familiares decidieron donar los órganos para salvar otras vidas. El hígado fue donado al manabita.

La operación de Jorge Luis duró 7 horas. El equipo conformado por los médicos José Zúñiga, trasplantólogo; Gonzalo Benalcázar y otros profesionales asumió el reto.

La madre menciona que luego sucedieron hechos hermosos, tal vez inexplicables para la ciencia. Primero lo pasaron a terapia intensiva, donde debía pasar las tensas primeras 72 horas que tiene un paciente de esa complejidad para recuperarse. Ese tiempo es clave, sin embargo el joven portovejense se recuperó en 36 horas. El alta médica prevista para un mes se redujo a ocho días, mostrando una recuperación fabulosa.

Ahora Jorge Luis está en Portoviejo, su madre menciona que en su caso la oración fue clave y la atribuye a que los ángeles los guiaron siempre a tomar las mejores decisiones en este complicado caso y cuidaron en todo ese proceso. Menciona que el Divino Niño escuchó sus oraciones y al final celebran que el joven esté con 

vida.