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Darnos la mano
Darnos la mano
Por: Childerico Cevallos
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Domingo 10 Febrero 2019 | 04:00

La historia de nuestra provincia indudablemente está llena de episodios que llenan de orgullo y satisfacción por cuanto dan fe de la conducta del manabita en lo relacionado al esfuerzo por lograr su desarrollo, incluida su clásica rebeldía frente a las equivocaciones del gobernante.

Pero también tiene páginas de debilidades que llaman a meditar sobre el comportamiento subordinado a intereses supraterritoriales, que son lesivos al ordenamiento provincial por la dependencia exagerada a líderes, mandos o personajes políticos que aprovechan las divergencias y diferencias internas para implantar sus conveniencias.
En ocasiones se ha dicho que somos afines a los “serranos” y en otras de los “guayacos”, según el interés en juego. Sin que sea aquello cierto, realmente nos encontramos siempre enfrentándonos entre manabitas para beneficio de otros, perturbándonos y empujándonos a permanecer en un acomodo vicioso al paternalismo, situación que reduce cada vez más las posibilidades de una independencia administrativa para guiar nuestro propio desarrollo. 
Por ello la insistencia por lograr a interno aquella indispensable coordinación de intereses, para obtener la tan requerida unidad provincial que permita utilizar esa fuerza ociosa y hasta ahora desperdiciada por la vigencia del egoísmo como es el poder del voto, pues Manabí es la tercera potencia electoral.
¿Se imaginan lo arrolladora que pudiera ser la votación manabita, canalizada y motivada a la consecución de sus principales necesidades, en las elecciones nacionales?
Y a pesar de que no hay que hacer mucho esfuerzo para ello, puesto que solo hay que aprovechar y hacer buen manejo de esa condición, la simple lógica choca con lo incomprensible de lograr la cohesión de los sentimientos de los manabitas cuando permanentemente estamos reclamando, demandando, exigiendo y hasta despotricando contra todos por la ausencia de liderazgo y falta de influencia en el poder central que combata el desinterés y el abandono de los gobiernos a nuestras urgencias.
Mas, en este desinterés estamos inmersos todos, sin excepción, pues el vicio del paternalismo ha primado, ubicándonos en la cola de quienes piden sin dar nada a cambio.
Y es precisamente el cambio el que se hace imprescindible para revivir a Manabí, a Portoviejo y a todos sus cantones, en la medida de sus necesidades, empezando por cambiar la  mentalidad acomodaticia con una de ofensiva, pero hacia la conquista del progreso con trabajo propio, fecundo y honorable.
Quizá con la mente abierta y la voluntad dirigida a la defensa del desarrollo provincial estuviéramos ya con una administración que no deba pedir sino exigir al Gobierno central la atención respetuosa que le debe, sin la lastimera costumbre de peregrinar por semanas y meses a la capital para ser recibidos en audiencia.
Y eso se logrará empezando a votar conscientemente, buscando el bienestar general y escogiendo para ello a quienes consideramos que sus propuestas, actuaciones y personalidad conjugan con nuestras aspiraciones. Tenemos que darnos la mano, primero, entre nosotros.
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