Actualizado hace: 938 días 33 minutos
José Orellana Giler
Nuestra idiosincrasia

Recientemente saltaban tres temas en las redes sociales que considero se relacionan.

Jueves 07 Febrero 2019 | 04:00

El primero, una conversación que indicaba que la presencia de venezolanos en áreas turísticas y de ventas ha mejorado el servicio al cliente en ambas.  El segundo, el enojo generalizado sobre la basura echada por los asistentes a una fiesta en la playa de Puerto Cayo el fin de semana del dos de febrero. Finalmente, la bronca que hay contra el impuesto verde.

Factores que se indicaban favorecían a los venezolanos son: “que te hablan bien”, “si sonríen al cliente”, “son prolijos para venderte”, “no hay que buscarlos”, “no están detrás de los counters (sic) a ver si dejan el celular”, etc.  Algunos indicaban que esto era un producto de la necesidad económica, otros de la cultura/idiosincrasia de los dos pueblos.  Pero, todos coincidían que esta era un área en la que faltaba mucho de desarrollar en Ecuador.   
El segundo, trascendieron globalmente las imágenes y video de la suciedad de la playa en Puerto Cayo producto de la celebración de una fiesta privada.  Las quejas incluyeron referencias a la falta de educación de quienes asistieron, la falta de la presencia de la autoridad, y como el reflejo de esa actitud se expresa sobre lo que somos como sociedad.
Ambos temas se pueden vincular directamente a lo difícil que es para nuestra población en ofrecer un buen servicio al cliente.  Porque nuestra voluntad de servicio va muy de la mano de nuestros pensamientos sobre él quién soy yo o quiénes somos nosotros como sociedad.  Lastimosamente, los modales y el preocuparse del prójimo parecen virtudes de un pasado lejano. 
El tercero, lo irónico que se crea un impuesto con el nombre del impuesto verde es que están exonerados del pago los vehículos de transporte público, escolar y taxis. Los dos primeros siendo usuarios de diésel, que es el combustible más contaminante.  Claro está que como el precio del pasaje es subsidiado para estudiantes, tercera edad y personas con discapacidad, estos son aquellos a los que se les subsidia mucho más el combustible.  
Además, el impuesto verde que ha recaudado más de $900 millones desde su incepción hace seis años ha traicionado su nombre al ser recaudatorio sin cumplir su función de proteger el ambiente. Para más INRI, es regresivo en el sentido que afecta principalmente a personas de menores ingresos, especialmente agricultores y comerciantes pequeños y medianos que usan estos vehículos para sus trabajos. En la práctica, esto implica que nuestro campesino con su camioneta Ford vieja necesita vender la producción de leche de 10 semanas para pagar ese impuesto verde.
Cómo se relaciona este punto con los dos primeros.  Que en sí el servicio al cliente es una promesa y un impuesto recaudatorio que no cumple la promesa implícita en su nombre no es una demostración de buen servicio a los ciudadanos ecuatorianos que al final y al cabo somos la razón de ser y regentes del Estado.  Mis dos centavos. 
 
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