La protagonista de este caso comentó que por el hecho de no tener dinero ni un lugar dónde vivir, construyeron una casa de caña en un espacio público junto a una vieja pared que está a punto de caerse.

La familia de Isabel está compuesta por siete miembros, dos de ellos tienen discapacidad física. 

La ventaja es que ambos estudian y reciben el Bono de Desarrollo Humano. 

Isabel comentó que en cada invierno temen lo peor. 

“Nos encomendamos a Dios para que no nos pase nada”, indicó la mujer. 

El poco dinero que gana es por lavar ropa ajena. Su esposo labora como jornalero cuando hay trabajo.

Aseguró que en reiteradas ocasiones ha solicitado a las autoridades de turno que la reubiquen en una zona segura, sin embargo no ha obtenido una respuesta favorable.  

Dijo que su mayor sueño es tener una vivienda digna donde sus hijos con discapacidad puedan crecer. Mientras tanto seguirá esperando la ayuda solidaria.