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Primer día de lo mismo
Primer día de lo mismo
Por: Leonardo Moreira Delgado
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Domingo 13 Enero 2019 | 04:00

 Sin dejarnos embriagar de pesimismo, parece ser que en la transición del año calendario y, especialmente en la cultura ecuatoriana, luego de los festejos de la “dolce vita”, continúa el “chuchaque” correspondiente a “El último día del despotismo, primero de lo mismo”, que podría prolongarse por semanas, meses y hasta años, dependiendo de la voluntad política, para cambiar el sistema de gobierno.

Recordemos que esta histórica frase nació como parte de un movimiento urbano rebelde, de manera espontánea, vertiginoso y fue lanzada en su momento para interpretar la emancipación del yugo español y cuestionar la introducción de un sistema político mañoso, en el cual la tiranía presidencial sometió con mayor virulencia a las clases sociales más vulnerables de nuestro naciente país. 
Este texto abstracto, apareció pintado en las paredes del Quito del siglo XIX de manera libre, creativa e ilimitada, con fines de simple divulgación, a lo mejor inspirado en ese concepto político,  que surgió en la Europa de la segunda mitad del siglo XVIII, que se enmarcaba dentro de las monarquías absolutas, perteneciente a gobiernos del antiguo régimen europeo, pero incluyendo las ideas filosóficas de la Ilustración, según las cuales, las decisiones humanas son guiadas por la razón.
De acuerdo a la literatura existente, la frase originaria es “Tout pour le peuple, rien par le peuple”, que en español se cita como “Todo por el pueblo, pero sin el pueblo” y su uso se caracteriza por el paternalismo, en oposición a la opinión extendida desde los enciclopedistas que veían necesario el protagonismo y la intervención del pueblo en los asuntos políticos.
Esta frase implica que el gobierno realiza medidas para el “pueblo”; pero las decisiones en general son tomadas sin su participación ni intervención. 
Ausente de los escenarios políticos donde se toman las decisiones gubernamentales, no existe democracia representativa ni deliberativa, aunque los “genios” de la autodenominada “revolución verde”  se inventaron disposiciones administrativas, de que primero hay que socializar los proyectos para luego ejecutarlos, lo cual en la práctica rara vez se dio. 
Lo que hicieron fue pantomima, todo lo habían resuelto con antelación, en los áticos del Gobierno, imponiendo protervos fines, representando los intereses del poder y no los del Estado llano, generando desesperanzas en los “mandantes”, que ven cómo el péndulo político cada cinco años cambia de nombre, pero no logra el bienestar de las mayorías. 
Se desvanecen las promesas, se repite lo de siempre   y nos preparamos para una nueva edición de lo mismo. 
En teoría, la esencia de aquel grafiti fue cambiar y evolucionar a los electores, a través de un impacto visual, que ojalá ahora sí se cumpla.
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