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Tema del Día
Viven solos y trabajan después de los 65 años

Toda su vida José Vera se ha dedicado a ser jornalero. No ha conseguido riquezas y su única fortuna son su casa de caña y sus gallinas.

Lunes 17 Diciembre 2018 | 11:59

José camina a pasos lentos, pero asegura que aún tiene fuerzas para agarrar su machete y cortar la maleza, aunque por ahora tiene meses que nadie lo contrata. “No hay trabajo”, se lamenta el hombre de 85 años.

Dentro de su casa, en la ciudadela El Maestro, de la parroquia Picoazá, las pertenencias que posee son escasas: una bicicleta, su cama y una cocineta oxidada -que los quemadores ya no encienden-.  
José trata de sonreírle a la vida, pero los recuerdos de su madre y su esposa lo ponen sensible al mirar las fotografías que tiene en los cuadros de su casa. 
Ellas fallecieron y ahora vive solo.
Sin trabajo, sin familia y sin nadie que le haga compañía, José cría unas cuantas gallinas que espera venderlas para solventar sus gastos. 
Los 50 dólares que recibe a través de un bono de asistencia social es su única fuente de ingresos.
“Mi Dios me da cualquier cosa, pero ya le digo que me lleve, pero no me quiere llevar”, expresa José, mientras mira la imagen de la Virgen de Guadalupe que tiene en un pequeño altar dentro de su vivienda.
 
Población. De acuerdo a la proyección por edades del INEC, en Manabí existen 112.390 personas mayores de 65 años. Muchos de ellos trabajan en las calles de manera autónoma.
Porfirio Ortega tiene 82 años,  y 32 de ellos se ha dedicado a vender golosinas en el centro de Portoviejo. Dice que jamás estuvo asegurado al IESS, por lo que no podrá tener una pensión por jubilación y debe seguir trabajando. 
“Antes yo vendía refrescos y naranjas”, comenta Porfirio, quien tiene su puesto en la esquina de las calles Bolívar y Ricaurte.
Alfredo Farías, en cambio, recorre las calles vendiendo loterías, pues indica que a sus 65 años las fuerzas se le han ido agotando y no puede conseguir otro empleo. “Yo era maestro constructor, pero como ya no me daban las fuerzas me puse a trabajar con este negocio”, menciona.
Alfredo señala que de esta manera se distrae, pues en su casa no tiene nadie quien lo espere ni lo reciba, porque no se casó ni tuvo hijos. “Me quedé solo desde que se murió mi madre y mi padre”, expresa con tristeza.
La situación de Ramón Saltos es más complicada. No puede trabajar porque hace un año le amputaron una se sus piernas y, hace cuatro meses la otra, producto de la diabetes. Sus gastos los solventa con lo que recolecta de la limosna que recibe de las personas, indica.
 
Apoyo. Guido Mosquera, coordinador zonal del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), señala que brindan servicios de inclusión social y económica a 57.524 adultos mayores de Manabí. 
Menciona que dentro del programa “Mis Mejores Años”, 2.136 adultos mayores reciben la pensión de 50 dólares. “Otras 13.480 personas reciben la pensión de $ 100. Es decir, 46.616 adultos mayores son usuarios de las prestaciones monetarias que operan a través de los servicios de Inclusión Económica del MIES”, explica.
Las hermanas Gertrudis y Laura Intriago son beneficiarias y es con lo que se ayudan, pues viven solas en Portoviejo y tampoco pueden trabajar.
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