Considerando su ubicación dentro de la ciudad, debería pensarse en que sirva sólo para aviones de mediano y pequeño tamaño, es decir, los que tienen capacidad para menos de 50 pasajeros, y que funcionan muy bien en Ecuador y en pistas cortas (la del Reales Tamarindos es mediana). Los aviones grandes ya no deberían ingresar debido al peligro que representarían. 

Es cierto que la pista hoy estrangula y complica el tránsito urbano, pero también es verdad que para ello puede haber soluciones, que van desde pasos deprimidos hasta el pasar avenidas únicamente por las cabeceras, reduciendo unos metros su extensión.

Esta campaña electoral es ideal para que Portoviejo vuelva a debatir sobre el aeropuerto.

Durante 70 años, el aeropuerto Reales Tamarindos fue un recurso valioso para el traslado de pasajeros y carga desde y hacia el centro de la provincia de Manabí. Pese a los cuestionamientos que tuvo en los últimos años por su ubicación, y que fue una de las excusas con las que se arguyó el cierre de la pista, no hubo accidentes que lo identificaran como un peligro para las operaciones aéreas.

Portoviejo, por su condición de capital provincial y su dinamismo, debería tener un aeropuerto operativo, así sea sólo para aviones medianos y pequeños.