Si bien aquello constituye una actitud humana instintiva, necesaria y permanente, el hecho para la reflexión ha consistido en el lugar y medios donde ha estado buscando poder para alcanzar la felicidad.

Hoy a la luz de los miles de años que lleva la humanidad hay demasiadas evidencias para entender con claridad que el hombre apartado o despreciando la guía divina jamás alcanzará el poder suficiente para proveerse un mundo donde abunde el amor, la paz y la justicia, ingredientes claves para la verdadera felicidad.

Un conglomerado de cientos de millones de personas en el mundo afirmamos con suficientes argumentos y evidencias reales que el único poder que servirá al hombre para vivir libre del dolor, la angustia y el vacío que produce la vida en permanente pecado, solo proviene de la palabra de Dios, de su evangelio manifestado a la raza humana a través del Maestro Jesús. 

Imposible les será a quienes rehúsan leer las sagradas escrituras bíblicas o a los que desprecian su valor, encontrar el poder que necesitan. Puedo afirmar con la más grande convicción que la Biblia es el referente más sólido y abundante en valores, mandatos, promesas, bendiciones y auténtica sabiduría con su antiguo y nuevo testamento escrito hace tres mil quinientos años el uno y hace dos mil años el otro. 

No es bueno que el ser humano siga esclavizado ante el dañino espíritu de incredulidad y negación del poder sobrenatural que representa Dios y su palabra.

Suficiente precio en una gigante factura ha pagado la raza humana por el pecado horrendo de despreciar o dudar del único Dios con los atributos de grandeza.

“Nada realmente trascendente y duradero logrará el ser humano mientras viva separado de su Creador”.

Una de las actitudes que Dios no mira con misericordia es la necedad y el espíritu de rebeldía a sus ordenanzas.

En este contexto afirmo con profunda convicción que ya es tiempo para que los hombres y mujeres aquí en Portoviejo, Manabí y el país todo decidan buscar el único poder liberador escudriñando con sumo interés las buenas nuevas referidas en las sagradas escrituras.

No más búsqueda del poder transformador en el lugar y personas equivocadas, admitamos sin temor que solo la palabra de Dios es viva y eficaz, útil para instruir, para redargüir y para corregir, a fin de preparar al hombre para toda buena obra y es la fuente de poder más extraordinaria para vivir en paz justicia y amor, al alcance de todo el que la busque.