Sus hermanos la empezaron a ver como “extraña”. “A ellos (sus hermanos) no los castigaban físicamente, pero a mí sí”, recuerda.

Arrodillarse en tapillas de cola, caídas provocadas desde las escaleras y latigazos, fueron parte de los castigos que recibió Delia, quien desarrolló un carácter fuerte y los golpes ya no le causaban lágrimas ni llanto; eso enfurecía más a sus padres. 

“Me seguían pegando hasta que llorara”, señala Delia, al recordar que debía utilizar ropa con mangas largas para ocultar los moretones que les dejaban los golpes.

 

Su matrimonio. Cuando cumplió 18 años, Delia quiso alejarse de sus padres para no seguir siendo maltratada.

Llegó el día en que su novio la fue a pedir a su casa, pero su padre se enfureció, le dijo de todo, sacó la correa y con la hebilla la golpeó, causándole una fractura en la clavícula.

Esa fue la última golpiza que recibió, pues eso no impidió que se comprometiera a pesar de que no estaba enamorada de su novio, pero en él vio la escapatoria para salir de su casa y no sufrir más maltrato, confiesa.

Con su esposo no volvió a sufrir más maltrato, menciona Delia Montero, quien ahora es psicóloga de la Fundación Nuevos Horizontes de Portoviejo.

“Cuando trabajo con niños para mí es muy doloroso. Me duele el alma verlos sufrir”, dice.

De los 1.200 pacientes que atiende al año esta fundación, el 60 % es por maltrato físico, indica.

 

Se alejan. Todo niño que sea maltratado tendrá problemas en el futuro, alerta la especialista, al revelar que una de las cosas más dolorosas que enfrentarán los padres con el pasar de los años es que cuando sus hijos cumplan la mayoría de edad lo primero que harán es irse de su casa.

Los datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF por sus siglas en inglés) revelan que en Ecuador, cuatro de cada diez niños y adolescentes han recibido maltrato físico por parte de sus padres, quienes, a su vez, también sufrieron algún tipo de violencia en su niñez.

De hecho, en muchos casos, el maltrato ha sido en exceso y los menores han tenido que ser llevados a los hospitales.

Pedrito (nombre protegido) es uno de los que han llegado hasta el hospital Verdi Cevallos Balda de Portoviejo. Su padrastro fue quien lo llevó a la casa de salud por una fractura en el brazo, pero quiso ocultar lo sucedido diciendo que el menor se había caído.

La verdad no era esa, pues había sido él quien en un ataque de ira cogió a Pedrito del brazo y lo haló con fuerza, causándole daños al menor. 

En el hospital, la madre del niño contó lo sucedido y el hombre fue detenido, mientras que Pedrito se recuperó.

Hechos como este son los que recuerda Johanna Lopera, responsable de Primera Acogida del hospital Verdi Cevallos, quien menciona que cuando los padres llevan a sus hijos por algún tipo de fracturas, trabajan con las áreas de psicología y trabajo social para determinar las causas que han provocado las fracturas.

“En ese lapso nosotros vamos viendo que aparte de la fractura, el niño está un poco distraído, no come... Entonces nos vamos orientando en que hay un problema de violencia intrafamiliar”, indica.

Aunque no existen cifras de cuántos menores han sido atendidos en los hospitales de Manabí por haber sufrido algún tipo de maltrato, no es ningún misterio que los hay.

En lo que va del año, en la Fiscalía de los cantones de Manabí se han receptado 5.215 denuncias por violencia psicológica contra la mujer y miembros del núcleo familiar; 143 por maltrato físico; 523 por abuso sexual; 248 por acoso sexual; y 418 por violación. Las denuncias no especifican cuántas han sido contra menores de edad.

 

Lo mató. Uno de los hechos que conmovió al país ocurrió el pasado lunes en el cantón Daule, provincia de Guayas, cuando un niño de seis años fue asesinado por su padrastro.

Según las primeras indagaciones de la Fiscalía, el hombre de 21 años le propinó varios latigazos al menor. El niño, que estaba en una silla de plástico, cayó de espaldas, luego el sujeto lo agarró y lo golpeó contra el piso.

Según el Código Orgánico Integral Penal (COIP), la persona que cause algún tipo de lesiones por maltrato puede ser sancionada con privación de libertad que va desde un mes hasta siete años, de acuerdo a la gravedad. En caso de muerte, la pena podría llegar hasta los 26 años de cárcel si se investiga como asesinato, estipula el COIP (ver infografía).

Las cifras del Consejo de la Judicatura de Manabí revelan que desde el 2015 hasta octubre del 2018 se han judicializado 31 procesos por maltrato de niños y adolescentes.

Laura Flores, psicóloga clínica del hospital Verdi Cevallos, señala que los menores que sufren maltrato pueden padecer traumas psicológicos y baja autoestima, a corto o largo plazo. Ella recomienda brindar la confianza a sus hijos, pues en caso de que la violencia se dé por otras personas, los menores no callen.