Asegura que ese fue el detonante para que su vida cambiara.  

Ella tiene 36 años de edad y su pareja es Ángel Pin, con quien tiene dos hijas, Laidy y María Mercedes de 13 y 11 años, respectivamente. 

Esta familia vive en el recinto Sagrado Corazón, en Paján, en una casa del abuelo paterno de las menores.

Tras su discapacidad visual, Mercedes fue ingresada al hospital de Paján y luego transferida a Jipijapa.

Menciona que los síntomas que presentaba hicieron que su cabeza se hinchara.

Narra que en aquel entonces su esposo no sabía qué hacer para cubrir los gastos que generaba la enfermedad y de a poco empezó a vender los electrodomésticos para cubrirlos.

Ángel comenta que los médicos le han dicho que Mercedes no tiene nada en los ojos y que no entienden cómo perdió la visión.

Crisis. El tiempo ha pasado y ahora la familia enfrenta nuevos problemas.

Entre ellos está que Mercedes ya no puede trabajar.

Ella se dedicaba a vender morcillas y cuero de chancho asado al pie de la carretera, en la vía a Paján-Colimes. 

Ahora es su esposo el que trabaja solo, doblando la jornada para que los ingresos económicos aumenten.

En las mañanas trabaja como jornalero y en las tardes sale a vender lo mismo que su esposa.

Su hija de 13 años es quien hace los oficios del hogar y ha dejado de estudiar por asumir este papel.

“Ella cocina, lava la ropa, limpia la casa y cuida de su madre. Su hermana menor María Mercedes sí estudia por la mañana en la escuela. Cuando sale de clases también se pone a ayudar a su hermana en lo que puede”, dijo Ángel.

Mercedes cobra el bono de $50 que otorga el Estado, pero no le alcanza. Ella junto a su familia piden a las autoridades que la ayuden con una vivienda.

Hace tres meses Mercedes fue operada en Guayaquil y “milagrosamente” vio por unos días, pero después volvió a perder la visión.