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Gaga camina hacia El Óscar

‘Nace una estrella’, la nueva versión de la película de 1937, es la carta de presentación de Lady Gaga en Hollywood.

Lunes 10 Septiembre 2018 | 07:00

Pocas veces un título es tan apropiado, tan literal y en el caso de la exitosa cantante lo es. Después de su paso por el Festival de Cine en Venecia y con su estreno en el Festival de Toronto, la prensa cinematográfica estadounidense está convencida de que es así, de que ha nacido una nueva estrella en la industria y dan por hecho que estará nominada al Óscar.

Comienza un nuevo capítulo en la historia de la artista que no ha dejado de transformarse en la última década. “Todo el mundo sabe que tiene un talento divino como cantante, y fue capaz de usarlo para la interpretación. Si quiere seguir por este camino, yo habré tenido la suerte de ser parte de su historia como actriz”, dice en una entrevista reciente en Los Angeles Times su compañero de reparto, el actor Bradley Cooper.
El intérprete, que también debuta como director en ‘Nace una estrella’, no solo será parte de su carrera en el cine, sino culpable de que la cantante cumpla un sueño que, dice, tenía desde niña. De hecho, creció obsesionada con Judy Garland, una de las protagonistas del filme original, y ensayó mil veces su discurso de agradecimiento al Óscar envuelta en una manta como si fuera un vestido.
 
Su formación. Con 17 años entró la escuela de Lee Strasberg y después en la universidad de Nueva York. La música era su mundo, pero se imaginaba compaginándola con la interpretación, en teatro. 
Lo intentó y, sin embargo, no conseguía ni audiciones. Fue cuando empezó su carrera personal, de bar en bar, arrastrando su piano y sus letras, casi como le pasa a ‘Ally’, a quien interpreta en ‘Nace una estrella’. 
Para este papel tuvo que hacer casting. Cooper estaba convencido de ella, pero algunos ejecutivos del estudio, no. La citaron, cantó, actuó delante de todos y tardaron segundos en decidirlo. Las críticas ahora les dan la razón y Gaga sonríe y llora ante la prensa.
Es un escenario muy distinto el que se le plantea a la cantante ahora, comparado con el que veía justo hace un año. Entonces, también en el Festival de Toronto, presentaba el documental en el que abrió al mundo su dolor, sin máscara, sin maquillaje, vulnerable. Mencionó que con aquella película marcaba un nuevo capítulo en su vida y daba el adiós definitivo a los disfraces y las excentricidades. 
 
Reinventada. Semanas después cancelaba su gira, confesando que sufría fibromialgia (dolor y sensibilidad muscular generalizados). Estaba agotada. Pero ya había rodado la película y ahora nace, renace, convertida en estrella de cine, que no pierde su esencia, ni despega los pies de la tierra.
Hace un mes Gaga estaba comiendo pollo frito en ArtBird, el nuevo restaurante de su padre en Nueva York (donde también tiene una trattoria). A principios de agosto, bailaba junto a la princesa Charlene de Mónaco en un resort de la isla polinesia de Tetiaroa, un complejo turístico que una vez perteneció a Marlon Brando.
La cantante ha intentado descansar este verano ante resto del año movido que le espera. Lo ha hecho a medias, pues ha viajado a Los Ángeles para grabar su nuevo disco. Ahora, sin embargo, se toma la vida con más calma.
Sus inseguridades siguen, el dolor también, pero Gaga ha decidido reorientarlo en este nuevo camino. 
En diciembre también vuelve a los escenarios con una residencia en Las Vegas y está más que abierta a seguir en el cine. Pero no lo hará por salir en pantalla sin más. 
“Quiero contar grandes historias que salgan de dentro de mí, del dolor de verdad, de emociones reales, de mi vida real”, dijo.
 
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