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Familias deben desocupar los bloques

Ha pasado más de un año desde que María Colmenares cogió sus maletas, dejó su natal Barquisimeto (Venezuela) y llegó a Portoviejo.

Sábado 14 Julio 2018 | 08:00

Lo hizo con su esposo y sus cuatro hijos. Desesperados, aprovecharon que una persona les facilitó su departamento en uno de los bloques de Los Tamarindos, de la avenida Bolivariana. La familia estaba consciente de que el edificio de cinco pisos estaba afectado por el terremoto, pero decidieron hacer las reparaciones del departamento para no cancelar por un arriendo. Así pasaron seis meses y ahora cancelan 100 dólares. Su familia creció, pues hace un mes nació su última hija y siguen viviendo en el mismo departamento, cuyas paredes fueron enlucidas, pero sus columnas de hormigón siguen agrietadas.

 
Anuncio. Katherine Viteri, coordinadora zonal del Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi), recordó que luego del terremoto realizaron una consultoría que determinó que los edificios deberían ser reparados.
Recordó que el ministro  del ramo, Xavier Torres, ya anunció que para este año no cuentan con los casi $ 8 millones para reparar los multifamiliares. 
Afirmó que desde mayo pasado, Torres solicitó a la Gobernación de Manabí que realice un diagnóstico de si los bloques son habitables o no. Hasta ahora están a la espera de ese diagnóstico de los bloques de Los Tamarindos, Los Almendros y de Los Olivos.
Agregó que el pasado 5 de julio, el ministro también “solicitó una desocupación de forma inmediata, preocupado por el riesgo que estas familias corren, pero quien toma la resolución es la mesa del COE provincial”. “El ministro puede sugerir, pero no es quien dispone”, refirió. 
Se intentó conocer la versión del gobernador, pero no se lo pudo contactar.
Guido Mosquera, coordinador zonal del MIES, señaló que 40 familias habitan en Los Bloques, de ellas ocho son venezolanas. 
“Esas 40 familias las conforman 145 personas”, explicó.
Lady Bailón es otra venezolana que habita en el cuarto piso de los bloques, donde paga 130 dólares. Llegó hace cinco meses y es consciente de las condiciones del edificio. “Todos nos preguntan ¿No tienen miedo de vivir ahí?  Yo les digo: sí, pero cómo vamos a hacer si no tenemos más dónde vivir”,  dice mientras sus ojos se les llenan de lágrimas.
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